A partir de 1857, en el artículo 12 de la Constitución Nacional, México dejó de reconocer cualquier clase de título nobiliario, lo que fue confirmado por la Constitución de 1917, incluso con mayores restricciones, siendo aquél uno de los artículos que nunca ha sido modificado.
Es verdad que casi todas las familias pertenecientes a la nobleza nativa permanecieron en el actual territorio mexicano, pero aquellos de origen novohispano, que tenían vínculos aún con España, tuvieron que emigrar para que sus títulos siguieran siendo reconocidos y así continuar con su dinastía que, por cierto, han mantenido vigente hasta nuestros días.