Un millennial argentino acostumbra trabajar mientras estudia y se siente un parásito si no lo hace. En cambio, a un millennial español le parece perfectamente natural no tener que trabajar hasta haberse graduado.
Los millennials españoles solían recibir regalos de los Reyes Magos, porque en sus tiempos Papá Noel era más bien una novedad. Los millennials argentinos generalmente recibían regalos de los cuatro.
Los millennials españoles ven sus series dobladas. Los millennials argentinos, subtituladas. Así, los últimos se decepcionaron con el final de How I Met Your Mother y los primeros con el de Cómo conocí a vuestra madre.
Los millennials españoles, al terminar el instituto, suelen esparcirse por toda España para ir a la facultad. Lo más normal es que los millennials argentinos se vayan del país o se queden cerca de casa.
Un millennial argentino que va a una universidad pública no tiene que pagar un centavo. Un millennial español que va a una universidad “pública” tiene que gastarse una fortuna.
Un millennial español es relajado, amable, no se hace problemas por las cosas ni le gusta el conflicto. Con un millennial argentino no te metas: se indigna fácilmente y estalla como dinamita.
Un millennial argentino planea irse de mochilero por Europa. Un millennial español planea irse de mochilero por Latinoamérica.
Cuando un millennial español sale de fiesta, la música que suelen ponerle es reggaetón. A un millennial argentino le ponen electrónica.
Un millennial argentino creció leyendo Mafalda o Gaturro. Un millennial español creció leyendo Mortadelo y Filemón o La Rueda del Percebe número 13.
Un millennial español pasa el verano haciendo de monitor en un campamento infantil, disfrutando de las fiestas del pueblo o pasando una temporada en otro país para practicar algún idioma. Para un millennial argentino, el verano es una prolongación del resto del año: cursa materias de la facultad para graduarse antes, hace más horas en su trabajo, y si se va de viaje será por dos semanas como mucho.
Un millennial español no podría concebir la navidad en verano. La navidad, tradicionalmente, tiene que ser en invierno, con frío y hasta con nieve, si es posible. ¡Así es como debe ser! En cambio, un millennial argentino encontraría ridículo que las fiestas de fin de año fueran a la mitad del año académico o laboral: todo su calendario se desestructuraría.
Un millennial argentino no necesariamente tiene un grupo de amigos de la facultad: por lo general, sus amigos de la secundaria no se fueron a ningún lado y además tiene a sus amigos del gimnasio, del club, del curso de inglés, de este u otro taller, y no pasa todo el día en la universidad, adonde va solo para tener clases. Con lo cual, hacerse un grupo de amigos ahí no suele ser una regla y no siempre tiene tiempo para eso. En cambio, la vida de un millennial español suele girar en torno a la facultad: vive en una ciudad universitaria a donde acaba de mudarse él solito después del instituto. Por lo tanto, insalvablemente y sin excepción se hace un grupo de amigos exclusivo de la universidad.
Un millennial argentino suele pasar todo el día afuera y la noche en su casa. Un millennial español, salvo para ir a clases, hace lo contrario.
Un millennial español suele ir a un kebab; un millennial argentino, a un chino.
Si un millennial argentino necesita un libro, se lo compra. Un millennial español acostumbra retirarlo de la biblioteca.
Como usualmente hay muchos eventos repartidos por toda España, un millennial español suele tener la sensación de que “la movida” siempre está en otro lado y viaja bastante por su país para asistir a los sucesos que le interesan. Para un millennial argentino, Buenos Aires es la ciudad por antonomasia, y si la cosa no está ahí, es que está en la otra punta del planeta.
Los millennials argentinos no han pasado por muchas reformas educativas: todos estuvieron en salita de cinco, primer grado, segundo grado… Los millennials españoles –aunque dependiendo de su edad – han pasado por al menos tres y más se les acercan por el horizonte, con lo cual nostálgicamente añoran esos tiempos pasados y los caracterizan con la clásica frase que es también un título: Yo fui a EGB.
Para un millennial argentino, vivir con un extraño sería rarísimo. Para un millennial español, buscar compañero de piso todos los años es lo más normal del mundo.
El día de un millennial argentino empieza temprano cuando amanece a las 4 o las 5 am. El de un millennial español empieza temprano a las 10 am.
Además, para un millennial argentino, las tres de la tarde de un día de semana suele ser una hora en la cual está corriendo de un lugar al otro. Para un millennial español, es la hora del almuerzo o la siesta.
Un millennial español generalmente está harto de los cantantes de flamenco. En cambio, un millennial argentino no está cansado de los cantantes de tango, porque con suerte se sabe una o dos canciones de Gardel.