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9 expresiones argentinas que tienen su origen en hechos reales

Argentina
by Laura Bernhein 17 May 2019

“Si querés llorar, ¡llorá!”

La frase es de la ya legendaria Moria Casán, que la dijo por primera vez en el talk show “Entre Moria y vos” (“Si querés reirte, reite; si querés, llorar, llorá. Hacé lo que quieras”), animando a los participantes a expresar sus emociones más profundas frente de la cámara. La expresión, como tantas otras de Moria, está patentada y ya se ha convertido en parte del rico lenguaje popular de los argentinos a quienes, por cierto, no nos cuesta mucho expresar lo que sentimos.

“A rey muerto, rey puesto”

El origen de esta frase puede explicarse con la fórmula que se utilizaba en las monarquías europeas cuando moría un rey: “El rey ha muerto, ¡Viva el Rey!”, que se exclamaba delante del pueblo para -en un mismo acto- despedir al monarca que había muerto y reconocer de inmediato a su sucesor.

Así se dejaba en claro que lo importante era el trono, más allá de quien fuera su ocupante. Se dice que el rey Felipe V, durante la Guerra de Sucesión (siglo XVIII) decidió llevar a cabo una acción muy peligrosa contra sus enemigos. Sus soldados le advirtieron que, durante la misma, él mismo podría resultar muerto, a lo que el monarca les habría respondido: “A rey muerto, rey puesto”. Utilizamos esta expresión para decir que nadie es absolutamente irremplazable.

“Billetera mata galán”

La frase es del playboy Jacobo Winograd, que tuvo sus quince minutos de fama en los ‘90, y hace alusión a que una billetera que explota de dinero es mucho más atractiva para las chicas que un galán de cara bonita. La frase hasta tuvo una canción… ¿con contenido social? Miren el vídeo y juzguen por ustedes mismos…

“¿Quién te dio vela en este entierro?”

Parece que la costumbre era entregar una vela a cada persona que se acercaba a un funeral. Sin embargo, si esa persona no era bienvenida por los deudos del difunto, se le negaba la vela como señal de rechazo. Utilizamos esta frase para indicar que alguien se está metiendo donde no lo llaman, en asuntos que no le incumben, o que -dicho en criollo- está “meando fuera del tarro”. Yo inventé una versión más moderna: “No te peines para la selfie porque no vas a salir”.

“París bien vale una misa”

“Paris vaut bien une messe”. Esta frase -muy posiblemente apócrifa-, se le atribuye a Enrique de Borbón, el pretendiente hugonote (protestante) al trono de Francia, que decidió convertirse al catolicismo para poder ser rey. Usamos esta frase cuando queremos decir que es mejor elegir nuestras batallas una por una y en orden de prioridades y que, por cuestiones de practicidad, los valores pueden ser puestos a un costado hasta que sea el momento de necesitarlos nuevamente.

“Síganme, no los voy a defraudar”

Cada vez que alguien te diga esta frase, ¡huí despavorido! Este ex presidente por dos no solo defraudó a los que lo siguieron sino también a los que no lo siguieron. La única razón por la que no está preso es porque es muy anciano. Yerba mala…

“Me cortaron las piernas”

“No quiero dramatizar, pero creeme que me cortaron las piernas. Me cortaron las piernas a mí, a mi familia, a los que están al lado mío… Nos sacaron del mundial, nos sacaron de la ilusión… me sacaron del fútbol definitivamente porque no creo que quiera otra revancha… tengo los brazos caídos… tengo el alma destrozada. Que les quede claro a los argentinos que no me drogué, que no corrí por la droga, corrí por el corazón y por la camiseta”.

Inolvidable esa mañana fría de julio de 1994, en la que los argentinos nos enteramos que el Diego había sido expulsado de la Copa Mundial de Fútbol, que se jugaba en Estados Unidos. ¿El motivo? Un control antidóping que había dado positivo. Fue el final de la selección argentina en ese mundial y también el final de la carrera mundialista del mejor jugador de la historia del fútbol argentino. Aún hoy los argentinos seguimos utilizando esta frase para referirnos a un cierre abrupto que vivimos de forma muy dolorosa e injusta.

“Hoy te convertís en héroe”

Esta otra frase futbolera que le dijo Javier Mascherano al arquero Sergio Romero antes de que comenzar la ronda de penales en la semifinal del Mundial de Brasil (2014), cuando la selección definía el partido contra Holanda. Seguramente, el impacto de esta frase mega motivadora ayudó a la Argentina a pasar a la final.

«No me peguen, ¡soy Giordano!»

Ese domingo de 1995 se jugaba un superclásico especial: Diego de un lado y Francescoli del otro. El peluquero Roberto Giordano, tan famoso por su amor a Boca Juniors como por su castellano inteligible, fue atacado en el estacionamiento del Monumental por hinchas de River. El hecho pasó a la historia no por el ataque en sí, que lamentablemente ya forma parte del folclor del fútbol argentino, sino por la manera en que el estilista trató -en vano- de disuadir a sus agresores: «No me peguen, ¡soy Giordano!». No solo no logró defenderse de esa agresión (sufrió una triple fractura de fémur), sino que su mantra tampoco le fue útil para salir de los aprietos que le traería la década siguiente: quiebra, juicios por evasión de impuestos y demás golpes que sí le pegó la vida… a pesar de ser Giordano.