Todas las fotos son propiedad del autor.

Jacques-Yves Cousteau, el famoso investigador marino francés, bautizó a Baja California como “el acuario del mundo”. Te invito a que leas mi aventura fotográfica por esos remotos rincones de nuestro país y compruebes que Cousteau estaba en lo correcto.

Muy a la Cousteau, decidí llegar por mar a mi destino, pero como no tengo barco propio, me subí al el ferry en Topolobampo,Sinaloa, para cruzar el mar de Cortés. Gran parte del trayecto sucede de noche y toma aproximadamente 10 horas. Sin embargo, los momentos de amanecer y atardecer en el mar son bellísimos. Aquí el ferry haciendo su arribo a La Paz, B.C.S.



Desde La Paz tomé un camión que me llevó hasta el puerto pesquero de López Mateos (4 horas de recorrido), uno de los puntos estratégicos para ver a las ballenas grises, que bajan desde el norte del mar de Bering, en Alaska, hasta las aguas templadas de las lagunas saladas (porque se conectan con el mar) de Baja California.

Ver a estos enormes cetáceos en total libertad emociona hasta el límite. Desde el momento que detectas sus enormes lomos salir del agua se te ponen los pelos de punta, pero de felicidad, y qué decir de cuando soplan para respirar: el sonido y el espectáculo son maravillosos.

Si corres con suerte verás a alguna ballena sacar su gran cabeza fuera del agua. Y si tienes aún más suerte, se acercarán a tu lancha y podrás incluso acariciarla… no he tenido esa suerte aún, pero aún así fue increíble.



Ciudad López Mateos es la capital mundial de las águilas pescadoras. Prácticamente todos los postes de luz son un nido habitado por una pareja. Si llevas un lente telefoto, fotografiarlas es bien sencillo.
Por las mañanas es una sinfonía de cantos: gallos versus águilas. Son tantas las águilas que, al final del día, el marcador da como resultado «águilas 3 – gallos 0».

Hacia la tarde me subí de nuevo a la lancha para buscar más ballenas, pero me olvidé de ellas tan pronto me di cuenta que había coyotes en las dunas. Los coyotes cruzan a nado desde la tierra hasta la barra de dunas para comerse las placentas de las ballenas que recién han dado a luz a sus ballenatos.

La luz dorada del atardecer en la vastedad de las dunas es monumental. Me quedé por ahí tomando fotos hasta casi el crepúsculo.

Algo bien interesante acerca del atardecer, desde la mirada de un fotógrafo, es que una vez que se ha puesto el sol y cuando ya quedan solo los últimos vestigios de luz, las fotos toman unos colores épicos.



De regreso a La Paz ya era totalmente de noche y aproveché para tomar unas fotos a las bahías cercanas a la ciudad. Esta imagen es de Playa El Zorrillo, a apenas unos 30 minutos de La Paz.

Los siguientes días aproveché para recorrer otros atractivos de la zona, como la Isla Espíritu Santo, con sus playas de aguas cristalinas…


… Y sus alucinantes formaciones rocosas, como «la máscara», deidad a la que veneraban los pericués, antiguos pobladores de la isla.

No podía faltar la visita a la lobera, una gran roca hogar de una colonia de lobos marinos, muchos de ellos juveniles, juguetones y super divertidos y con los que puedes esnorkelear.

De regreso a La Paz, todavía me dio tiempo de ir a ver la puesta del sol en una de las playas más bellas de Baja, de México y del mundo: Playa Balandra.

Mmm… Ahora que lo pienso, no solo es Playa Balandra, ¡toda Baja California Sur es uno de los lugares más bellos del mundo!

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