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13 frases que demuestran la obsesión española con la religión

España
by Ana Bulnes 24 Apr 2015

Las cifras de afluencia a la iglesia en España no hacen más que caer y cada vez más población se declara agnóstica y atea, pero hay un lugar en el que la religión sigue reinando: la lengua.

“Estar hecho un Cristo”.

¿De dónde vienes? ¡Estás hecho un Cristo! Es decir: sucio, mal vestido, despeinado… hecho un desastre. No solo las personas podemos acabar así, las habitaciones, según nuestras madres, también lo están muchas veces.

“Ser de la cofradía de la Virgen del Puño”.

No busques, porque la Virgen del Puño no existe, al menos no de forma oficial. Devotos, eso sí, tiene unos cuantos. La imaginaria virgen cierra el puño en su imagen (y no lo abre, esto es lo importante), simbolizando así su poca tendencia a gastar, dar o soltar dinero. Patrona de los agarrados, le dicen también. Por si no estaba claro.

“¿Quién te ha dado vela en este entierro?”

¡Nadie! ¡Así que deja de meterte donde no te llaman! Y quien dice vela y entierro, dice derecho a opinar y asunto, pero eso queda menos solemne. Las velas son las que la familia del difunto da a los amigos que acuden al entierro, por lo que si no te la dan es que quizá no consideren que debas estar ahí. Eres un cotilla y un entrometido.

“Quedarse para vestir santos”.

Aunque ahora con la modernidad hay quien dice que es “mejor quedarse para vestir santos, que para desvestir [introduce aquí el insulto que quieras]”, hace unos años no estaba muy bien visto ser mujer, que los años pasaran, y que siguieras soltera. Lo único que te quedaba entonces era dedicarte a ayudar en la iglesia (¿qué hacer sino con tanto tiempo libre?), muchas veces vistiendo a las imágenes de los santos.

“Llegar y besar el santo”.

Los santos han estado siempre bastante solicitados en España, por lo que si quieres acercarte a una imagen y besarla (porque, ¿por qué no?), lo normal es que tengas que hacer cola. Así son las cosas, al menos con las imágenes que te dejan besar (si vas a por besos clandestinos, la situación posiblemente sea otra). Pero ¿y si llegas y no hay nadie y puedes ir directamente a expresar tu amor y agradecimiento al santo? ¡Llegar y besar el santo! ¡Eso es tener suerte!

“Con la Iglesia hemos topado”.

Hubo una época en la que la Iglesia tenía tanta influencia e intervenía tanto en la vida cotidiana que hasta el propio Don Quijote de La Mancha vio parte de sus aventuras truncadas por su culpa. O eso es lo que imaginamos ahora que hemos manipulado la frase real del Quijote y cambiado su sentido literal por uno más figurado. ¡Porque lo que encontraba el caballero de La Mancha era la iglesia del pueblo! (De hecho, la frase original es “Con la iglesia hemos dado, Sancho”). Pero nos da un poco igual, ahora utilizamos la frase para hablar de cualquier poder o institución superior que trunca nuestros planes. En pleno siglo XXI, suele ser más Hacienda que la Iglesia.

“Para más inri”.

Inri, inri, ¿de qué me suena? Quizá lo hayas visto en cuadros que muestran a Jesús en la cruz. En algunos, aparece una tablilla en la parte superior que en la que pone “INRI”, las siglas de Iesus Nazarenvs Rex Ivdaeorvm (Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos), diciendo así cuál era el motivo de la condena. Porque después de hacerle todo lo que le hicieron los romanos a Jesús, encima, para más inri, le pusieron el cartelito (y según parece los judíos se quejaron porque no lo consideraban su Rey y porque les parecía todo un insulto). En fin, vaya cruz (¡ja!).

“Ser la Biblia en verso”.

¿Por qué fue la Biblia escrita en prosa? ¿No sería mucho mejor tener una versión versificada? Eso es lo que pensó el ilustre José María Carulla, abogado nacido en Igualada en 1839, que decidió que no había nadie mejor para la tarea que él mismo. El resultado de tan magno trabajo fue la versificación de cuatro de los libros, unos versos que, según parece, no había quien leyese. El pobre Carulla fue motivo de las bromas de otros coetáneos del mundillo literario durante mucho tiempo y, aunque ahora ya nadie se acuerde de él, su Biblia en verso sigue siendo sinónimo de algo que no hay quien entienda. Pero eh, la Cruz del Mérito que le otorgó la Santa Sede no se la quita nadie.

“El hábito no hace al monje”.

No, claro que no, de lo contrario en Carnaval sería una especie de montaña rusa para las cifras eclesiásticas. ¡Muchísimos monjes nuevos! Claro que se trataría de un pico temporal y todo volvería a la normalidad pasadas las fiestas. Igual, por mucho que nos compremos y pongamos ropa de esa para salir a correr, si después no lo hacemos seguiremos sin ser atletas.

“Ser un viva la Virgen”.

Y como bien sabemos no nos referimos a personas devotas que dedican varios vivas diarios a la Virgen. En todo caso, se trataría de alguien que dedica su día exclusivamente a eso y pasa de hacer cualquier otra cosa. Aunque en la actualidad lo más probable es que los viva la Virgen no hagan ni eso. El origen de la expresión es algo turbio y hay varias teorías: podríamos remontarnos a la época imperial, cuando los conquistadores españoles decidieron que lo mejor para luchar contra los piratas ingleses que atacaban las costas americanas era armar a los indígenas y que estos se las arreglaran. Como estaban recién bautizados, acompañaban su defensa en las playas de vivas a la Virgen. Claro que no había tantos ingleses que llegaran hasta allí, por lo que al final gritar “Viva la Virgen!” era lo único que hacían.

La otra gran teoría habla de marineros y de cómo, al pasar lista en los barcos, el último decía “¡Viva la Virgen!”. Normalmente era también el grumete más torpe.

“De Pascuas a Ramos”.

También la conocerás como “de Pascuas en Ramos” o, en una versión todavía más libre, “de Pascuas en flores”. ¿Qué viene antes, la Pascua de Resurrección o el Domingo de Ramos? Efectivamente, primero Ramos y, una semana después, la Pascua. Y no hay más Ramos hasta el año siguiente, por lo que algo que ocurre de Pascuas a Ramos, es algo que ocurre con muy poca frecuencia.

“Hacer la pascua”.

La pascua sirve también para ejemplificar esas bonitas contradicciones idiomáticas que muestran a la vez una relación de amor-odio con los temas religiosos. Hacerle la pascua a alguien es malo. Pero en cambio, si estás como unas pascuas, estás muy contento. La Pascua particular a la que parece que se refieren ambas expresiones es la Judía, en la que el rito consiste en mimar, cuidar y engordar a un cordero para después sacrificarlo. Es decir, para hacerle la pascua. Claro que no nos podemos imaginar que el pobre cordero esté como unas pascuas ante tal giro del destino.

“A la buena de Dios”.

A la buena voluntad, se entiende. Como buenos devotos, además, confiamos en la bondad divina y la expresión es “a la buena” y no “a la mala” de Dios. Porque es lo que esperas cuando te quedas abandonado, sin que nadie te ayude, sin ninguna clase de guía ni apoyo en el que confiar. Ir a un examen sin haber estudiado. Decidir explorar esa ciudad nueva dejando el mapa (y el smartphone) en el hostel. Dejar a tus hermanos pequeños solos en casa. Y que sea lo que Dios quiera…