Somos híbridos de la tecnología.
Manejamos con la misma facilidad el último iPhone que aquellos anticuados y hoy obsoletos walkmans. Y el hecho de que para escuchar la misma canción una y otra vez tuvieras que rebobinar el casete no nos espanta tanto como a esos jóvenes y tecno-dependientes hijos del 2000.
Todavía jugábamos afuera.
Es verdad que posiblemente ya tuviéramos la playstation, que podía absorbernos durante horas, pero incluso así sabíamos bien cómo jugar en la calle hasta bien entrada la noche y aprovechar el día. Es otro de nuestros aspectos de híbridos entre el siglo XX y el XXI.