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La historia de la Ciudad de México

The Federal District
by Xiu 12 Jul 2019

Hace casi 700 años se fundó, en el medio del lago de Texcoco, una de las ciudades más impresionantes del mundo: México-Tenochtitlan, la flamante capital del imperio mexica, que llegó a tener mayor cantidad de habitantes que sus ciudades europeas contemporáneas.

Pero aquella gloria duró poco, pues a partir de 1521 -196 años después de su fundación y con la llegada de los españoles-, la ciudad empezó a ser destruida y, sobre sus ruinas, se construyó otra urbe.

La historia de Tenochtitlan comienza con su fundación, en 1325, producto de una profecía en la que los aztecas debían encontrar un águila sobre un nopal, lo cual indicaría el lugar correcto donde habría de construirse su ciudad.

“…Id allá a la mañana, que hallaréis la hermosa águila sobre el tunal y alrededor de él veréis mucha cantidad de plumas verdes, azules, coloradas, amarillas y blancas de los galanos pájaros con que esta águila se sustenta, y a este lugar donde hallaréis el tunal con el águila encima, le pongo por nombre Tenuchtitlan…”

(“Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España”, Manuel Orozco y Berra).

Los primeros habitantes de aquel sitio pertenecían a las siete tribus que salieron de Aztlán (“lugar de garzas”), un lugar hacia el norte del cual se desconoce su ubicación exacta. Dice la leyenda que estos hombres y mujeres caminaron durante años y se convirtieron en un pueblo errante hasta que, un día al llegar a los límites del lago de Texcoco (región dominada por el señorío de Azcapotzalco), vieron la señal que tanto esperaban justo en un islote en medio del lago.

Un águila majestuosa extendía sus alas como lo había prometido Huitzilopochtli, parada sobre un nopal que había nacido del corazón de su sobrino Copil, que le había retado y el cual fue asesinado:

“Huitzilopuchtli, muy enojado del caso, llamó a sus sacerdotes y dijo que fuesen todos a aquel peñol, donde hallarían al traidor del Copil, puesto por centinela de su destrucción, y que lo matasen y trajesen el corazón…

Ya os acordáis cómo os mandé matar a Copil, hijo de la hechicera que se decía mi hermana, y os mandé que le sacásedes el corazón y arrojásedes entre los carrizales y espadañas de esta laguna, lo cual hicisteis; sabed, pues, que ese corazón cayó sobre una piedra, y de él salió un tunal, y está tan grande y hermoso que una águila habita en él…”

(“Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España”).

El Códice Mendocino nos muestra aquella escena en la que empieza a cimentarse la capital del imperio más poderoso de Mesoamérica, que alcanzó una extensión de casi 15 kilómetros cuadrados, sin contar la ciudades alrededor del lago, con hasta 300 mil habitantes (según el historiador Eduardo Noguera), aunque el número se amplía a 700 mil si contamos a las poblaciones ribereñas (Jacques Soustelle).

Tenochtitlan no era la única ciudad en el Valle de México, pues ahí se había establecido una alianza llamada Excan Tlatoloyan (“imperio de las tres cabezas”), conformado por el reino de Texcoco, el de Tlacopan y el de Tenochtitlan.

La grandeza alcanzada fue posible gracias a los tributos que llegaban al imperio desde todos los reinos sometidos. A la llegada de los españoles, Tenochtitlan y sus alrededores fue modificada paulatinamente y de su esencia no quedó más que el recuerdo, pues se transformó en una ciudad colonial.

Este paso podemos notarlo en el mapa de Nuremberg de 1524, es decir, tres años después de la caída de Tenochtitlan. Este es el mapa más antiguo de la Ciudad de México moderna y fue enviado por Hernán Cortés a Carlos V, lo que lo convierte en la primera imágen que se vio en Europa de la que una vez fue la capital mexica.

Para 1555, 34 años después de la victoria de los españoles sobre los mexica, la ciudad ya tomaba un rumbo totalmente distinto, cosa que podemos observar en el mapa de Upsala, donde se aprecian construcciones coloniales y se ve que único que se conservaba de Tenochtitlan era el trazado urbanístico. Podemos apreciar en dicho mapa la catedral, símbolo del final de la gloria mexica.

Ya en 1572, el mapa de Flandes nos muestra el crecimiento de la ciudad, que se puede apreciar mejor organizada. Los españoles han logrado colonizar el territorio del Valle de México.

Posteriormente, en el Nouvelle Ville de Mexique se puede apreciar que la que una vez fue una ciudad sobre un lago ahora domina el panorama y las aguas han comenzado a desecarse, lo que nos muestra cómo las autoridades de aquel entonces se dedicaron a rellenar con tierra el lago para centralizar sus edificios administrativos y su gobierno.

Para 1753, el “Mapa de la noble y leal Ciudad de México” de José Antonio de Villaseñor y Sánchez muestra con mayor detalle la composición urbanística de la Ciudad de México, así como sus edificios, plazas y las últimas partes del lago.

Ya en 1793, el “Plano General de la Ciudad de México” que realizó Diego García Conde nos muestra un plano como los que podemos ver en la época moderna, con una Ciudad de México como la conocemos ahora, aunque mucho más pequeña.

Es que en 1824, tres años después de que se consumó la independencia de México, el Congreso decidió crear el Distrito Federal, una entidad independientes de las demás, cuyo destino sería el de albergar los tres poderes de la unión.

En 1881, el “Mapa topográfico de la Ciudad de México”, de Antonio García Cubas, ya nos deja ver la estación del ferrocarril a Veracruz, el Paseo de la Reforma, el Paseo de la Viga, la Calzada San Antonio Abad, el camino a Tacubaya, el jardín de Alameda y la Plaza de la Constitución.

Para 1909, los planos de la Ciudad de México confeccionados durante el gobierno de Porfirio Día mostraban una ciudad enorme, en la que se notaba aún más la ausencia de lagos y la gran expansión que había tenido la capital, a la que se habían incorporado colonias para personas de clase medias y bajas, como la Colonia Doctores, la Obrera y Morelos, y también colonias para la clase alta como la Colonia Juárez y la Colonia Roma.

En 1880 la Ciudad de México contaba una vez más con una población de 300 mil habitantes, como una vez tuvo Tenochtitlan. Ya en 1890 la población era de 600 mil habitantes y, en 1920, alcanzaba el millón.

En 1928 surgió la Guía Roji, fundada por Joaquín Palacios Roji Lara, que creció hasta convertirse en la compañía cartográfica más importante de México. En dicha guía se podían apreciar todo tipo de datos, como carreteras, guías, planos y puntos turísticos.

Desde entonces, el mapa de la ciudad de México se actualizaba anualmente, pudiéndose apreciar el desbordamiento del área urbana hacia sus fronteras. En 1945 la ciudad contaba con 4.5 millones de habitantes y ya se había convertido en el centro económico y laboral para los habitantes de estados lejanos como Puebla, Hidalgo, Oaxaca y Michoacán, lo que aceleró aún más su crecimiento.

En 1980 la ciudad contaba con 8.8 millones de habitantes. En casi 35 años casi duplicó su población.

Hoy en día aquella que fue la increíble México-Tenochtitlan y que hoy es simplemente la Ciudad de México cuenta con casi 22 millones de habitantes y su crecimiento no parece detenerse.

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