Caminé con mis hijos el Sendero de Jesús, en Israel. Aquí te cuento todo.

Día 7. De Arbel ¡al Mar de Galilea!

Saliendo de Arbel pasamos por las ruinas de una antigua sinagoga y seguimos cuesta arriba hasta entrar a Parque Nacional Arbel.

Photo: Lau B

Desde el punto más alto disfrutamos de la vista conmovedora del Mar de Galilea que es, en realidad, un lago de agua dulce (Lago Tiberiades).

Photo: Lau B

Seguimos bajando, emocionadisimos por las vistas espectaculares y la cercanía del agua. Nos detuvimos a explorar las cuevas donde, en la época de Herodes el Grande, se escondieron rebeldes judios que -cuenta le leyenda-, ante el asedio y la posibilidad de morir a manos de los romanos, habrían decidido (como habría sucedido en la fortaleza de Masada, en el desierto de Judea) quitarse la vida. Lo cierto que en esta historia, como en la de Masada, no se han hallado evidencias antropológicas que corroboren lo relatado en las crónicas del historiador Flavio Josefo…

Photo: Lau B

A lo lejos, se ve el poblado beduino Wadi Hamam. Los beduinos son árabes nómadas (musulmanes) que viven en los desiertos de Arabia Saudita, Palestina, Siria, Jordania, Irak e Israel. Tienen cabras, producen queso y crían camellos y, debido a las limitaciones fronterizas y de seguridad, muchos se han asentado en poblaciones permanentes, como la de la imagen.

Photo: Lau B

La caminata por el Valle de Ginosar y sus plantaciones frutales fue una delicia. Finalmente, llegamos al Mar de Galilea, al atardecer. El día siguiente sería nuestro último día del camino.

Photo: Lau B

Día 8. ¡Final del sendero!

Esta parte del camino -tal como sucedió en mi primera visita a esta parte de Israel, en 2017-, me conectó con el Jesús humano, el que iba a bodas y celebraba, el que reía, comía, tomaba vino; con el líder político, el hijo, el amigo, el hombre. Así que vivimos ese dia con una gran camaradería aun mayor con el sendero y entre nosotros.

Photo: Lau B

Empezamos el dia entrando a Tabgha, donde se encuentra a la Iglesia de la Multiplicación (peces y panes) con lluvia. ¡La primera lluvia del camino, una bendición!

Photo: Lau B

Luego fuimos a Cafarnaúm, que fue la base de Jesús durante su prédica por Galilea. Aquí hay ruinas de una sinagoga y está la que habría sido la casa de Pedro.

Photo: Lau B

En Cafarnaúm termina, técnicamente, el Sendero de Jesús. Pero nosotros queríamos más, así que, guiados por Google Maps, subimos una colina preciosa y, a pie, llegamos al Monte de las Beatitudes (bienaventuranzas), donde Jesús habría pronunciado el Sermón de la Montaña.

Photo: Lau B

Allí terminamos. Visitamos la iglesia, le compramos souvenirs a una monja y celebramos con jugo de granada y café árabe. Vivimos el final con mucha alegría y, en mi caso, lágrimas.

Photo: Lau B

El camino nos entregó mucho, nos hizo más fuertes en nuestra humanidad, nos hermanó con gente que antes creíamos demasiado diferente, y también tuvo la generosidad de quedarse con lo que ya no nos servía. Recorrer a pie los senderos por los que anduvo el maestro Jesús nos hizo conectar profundamente con su vida y sus enseñanzas. “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.

Photo: Lau B

Aquí les dejo mi mail, para que me escriban si tienen alguna pregunta (laura @ matadonetwork.com), y en mi perfil de Facebook pueden ver más fotografías y relatos de nuestro viaje a Israel en 2020.

Este artículo sobre el Sendero de Jesús fue actualizado por última vez en abril de 2020.