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La historia del pasaporte: ¿desde cuándo existe?

by Mavi Parra 26 Mar 2020

Si tomamos en cuenta la tremenda importancia que los viajeros le otorgamos a este documento, llega a ser cómico el hecho de que, hasta hace poco más de 100 años, ni siquiera existiera. Te contamos la historia del pasaporte.

Aunque lo que hoy conocemos como tal no fue creado sino después de la Primera Guerra Mundial, existen en la historia menciones de documentos tipo salvoconductos que permitían el pasaje de una persona de una frontera a otra; fronteras determinadas entonces por reinos y dominios que hoy en su mayoría ni existen.

Los precursores

El primero de estos registros nos lleva al año 450 a. C. En el libro de Nehemiah, un pasaje poco conocido de la Biblia, se mencionan las cartas entregadas por el rey de Persia Artaxerxes al profeta para que este pudiese pasar sin problemas hacia la tierra de Judea, donde se supone que iría a reconstruir las murallas de Jerusalén.

De ahí y mucho más adelante, empezamos a encontrar registros de salvoconductos asignados para garantizar los pasos de enviados de un reino al otro, con el propósito de establecer negociaciones en terreno.

En la antigua China, un documento similar al pasaporte llevaba el nombre, edad y rasgos del portador, a quien se le entregaba para poderse mover libremente en áreas bajo jurisdicción China.

historia del pasaporte
Photo: Wikimedia Commons

Pasaporte de la dinastía Qing, emitido en 1898.

En el caso del Califato Islámico medieval, sólo aquellas personas que pagaran sus impuestos al estado recibían un documento que les permitiese moverse a su alrededor y por sus diferentes regiones.

En Europa, por su parte, se registra el uso de salvoconductos desde el siglo XV, aproximadamente. En Gran Bretaña, durante el reinado de Enrique V el rey era capaz de emitirlos para prácticamente cualquier persona, fuese esta británica o no.

Hoy día, los pasaportes son uno de los documentos más preciados no sólo por los viajeros, sino por cualquiera que desee moverse entre fronteras. El hecho de que algunos pasaportes sean más “potentes” que otros también los ha hecho valiosos, llegando al punto en que algunos países lo ofrecen al mejor postor, como es el caso de Malta, cuya ciudadanía puede ser comprada por más de un millón de dólares; y eso sin hablar del mercado negro de pasaportes falsos y robados.

¿A quién se le ocurrió inventar un pasaporte?

Los documentos que hoy conocemos como pasaporte, ese librito de varias páginas en el que los más afortunados coleccionan sellos y otros sólo desean que les sea reconocido como suficiente para traspasar fronteras, no aparecieron hasta después de la Primera Guerra Mundial.

Hasta entonces, países como Gran Bretaña contaban ya con una algo similar: una página doblada en tres partes y encuadernada, donde se encontraba la foto y firma del portador, además de una descripción personal con detalles tales como la forma de la cara, los rasgos y la complexión. En 1920, sin embargo, la Sociedad de Naciones estableció por primera vez un estándar mundial para pasaportes, abriendo paso a lo que hoy reconocemos como tal.

Curioso es que justamente un año después, Estados Unidos diera los primeros pasos para una ley de inmigración que limitara la entrada de inmigrantes al país, para lo cual el pasaporte era sumamente útil al momento de filtrar a los recién llegados por país de origen.

Según este artículo de National Geographic, el establecimiento del pasaporte por la Liga de Naciones no pasó sin críticas. Algunos lo consideraron de inmediato un instrumento de control y división, no sólo entre fronteras sino dentro de los mismos países que lo implementaban, como era el caso de las mujeres estadounidenses casadas, quienes no tenían derecho a un documento propio sino que figuraban como un anexo al de sus esposos: “Señor Fulano de Tal y Esposa”.

Hoy día, dependiendo de tu país de origen el pasaporte puede representar una puerta abierta o una prohibición. Páginas como Passport Index se ocupan de rankear los pasaportes de “mejor” a “peor”, en términos de a cuántos países permite cada uno acceder sin necesidad de visas, colocando a los de Emiratos Árabes Unidos, Alemania y Finlandia en el tope y Siria, Irak y Afganistán como los más indeseables.

Entre chips biométricos, imágenes ocultas y otras complicadas estrategias antifalsificación, podemos ver cómo los pasaportes han ido evolucionando a través del tiempo. Sin embargo, en medio de crecientes crisis migratorias vale la pena cuestionarse la importancia entregada a un libro identificatorio que no lleva más de un siglo con nosotros.