Al pie del cerro Polocojoco nacen las corrientes de agua que, durante millones de años, han esculpido una de las obras de arte subterráneas más imponentes del mundo: las grutas de Acocomoca en Carreragco. Pese a sus miles de años de existencia, esta cueva de increíble y agreste belleza es considerada como una gruta “joven”, pues los minerales presentes en su formaciones aún permanecen casi vírgenes, blancos, como si estuvieran hechos de cera.
Por exuberantes bosques y senderos llegarás a la entrada de las grutas. Es tan bajita que desde el inicio hay que ingresar encorvado y, apenas unos metros más adelante, el agua te cubrirá con fuerza hasta la cintura. Definitivamente Carreragco es para quien gusta de la aventura, pues se considera una gruta un tanto “técnica”, es decir: agua fría, muy fría, pasajes estrechos, techos bajos y algunas maniobras de cuidado que bien valen la pena, pues lo que verás es un verdadero palacio mineral.
El interior de la gruta es tan impresionante que uno enmudece. Por ejemplo, existe una poza mágica, aquella que un día está y al otro ha desaparecido. También hay cascadas, estalactitas, coladas, macarrones y columnas, todo intacto, de blanco resplandeciente, repartido en enormes cámaras, cada una con un paisaje más y más imponente. Arribamos hasta lo que Don Toño, nuestro guía, llama “el regalo”: un acceso por un túnel elevado; de pronto, estamos en el corazón de una catedral de calcio, ataviada de las formaciones más exquisitas y rebuscadas que se pueda imaginar.
Después de casi tres horas adentro de la gruta, el frío se sobrepone a la emoción y nos hace regresar. Arrastrándonos por gateras, con el agua hasta el cuello, salimos. Es tal la emoción de lo recién vivido que ya ni siquiera es necesario el delicioso “Yolixpa”, bebida de aguardiente y toronjil que los guías suelen llevar para evitar la hipotermia.
Si crees que has visto de todo, reconsidéralo. Lo que vive en las entrañas del estado de Puebla es inimaginable; no sólo se trata del segundo sistema de cavernas más extenso de México, sino del más bello. Adéntrate en esta maravilla de la naturaleza, sólo se requiere de un poco de valor. Recibirás una grata recompensa.