Según cuenta la leyenda wixárika, hubo un animalito que se sacrificó para que ellos pudieran gozar del fuego: se trata del tlacuache, que a veces produce mucho rechazo, aunque es sagrado para aquella cultura.
Dice la leyenda que, antes de que apareciera el fuego, los wixárika llevaban una vida muy triste y dura. En las noches de invierno, cuando el frío descargaba sus rigores en todos los confines de la sierra, hombres y mujeres, niños y ancianos padecían mucho e incluso morían a causa de las inclemencias del clima.