En Oliva, justo en la frontera entre Valencia y Alicante, se cocinan estas papas artesanales. Cocidas en caldera como se hacía tradicionalmente, su color un poco más dorado que el resto, y las muchas burbujas que tienen sus patatas, las convierte en deliciosas.
Un matrimonio creó en 1982 estas papas únicas que han conquistado a los castellonenses. Usan el mismo tipo de aceite todo el año, emplean 4.2 kilos de patatas para obtener un kilo de patatas fritas, y el resultado es una textura un poco más gruesa que la media, que conquistará el mundo desde Castellón.
Tal vez sean las más internacionales de entre las papas valencianas. Unos pioneros que crearon en 1931 en Benifaió unas papas que se han convertido en referente. Ahora tienen muchos sabores diferentes, pero las clásicas fritas en aceite de girasol siguen siendo las favoritas de muchos valencianos.
Son ya cuatro generaciones al frente de esta empresa nacida en 1935, ubicada ahora en Beniflà. La propia Lolita es ahora quien regenta la empresa que fundara su abuelo y sigue manteniendo la manera artesanal de cocción, para elaborar unas papas finas, crujientes, poco aceitosas y con el toque exacto de sal.
Si has pasado algún verano en las costas de Benicàssim, Oropesa o cualquier otro pueblo de la provincia de Castellón, seguro que has probado estas papas. Desde 1969 en Castelnovo, cocinan en caldera sólo con ingredientes nacionales unas papas doradas que nunca decepcionan.
En Alberic, a parte de ser famosos por los panquemaos, son muy conocidos por las papas Duso. Tal vez sean las más apreciadas de la provincia de Valencia, donde algunos incluso las mojan en el arroz de puchero. Aceitosas, grandes y sabrosas, tienen una legión de seguidores incondicionales.
Foto: Miró
Tienen apellido de artista y eso merecen, estar en un museo. Desde 1958 han enamorado a varias generaciones de vecinos de Paterna. Cocinadas a fuego lento, se impregnan más que el resto en el sabor del aceite.
En Miramar encontramos estas papas que poco a poco se están haciendo muy conocidas. Artesanas y con tonos más pálidos, son de esas papas que no puedes evitar tomar a manos llenas.
Foto: Anel
En el pequeño pueblo de Rafol de Salem se cocinan estas papas desde 1987. Todavía se pueden comprar a granell y a la vista, sus tonos irregulares, le dan un encanto artesanal que coincide con su sabor a papas “de toda la vida”.
Son uno de los secretos mejor guardados de Ontinyent, donde bien conocen estas papas fritas en caldera. Como están hechas de modo artesanal con productos naturales, puede que te encuentres alguna papa más frita que otra, lo cual a algunos nos chifla.
Foto: Vicent Baydal
Tal vez las más exclusivas de todas, ya que hay que ir hasta la churrería de Sant Joan (Alicante) donde las cocinan como antaño para conseguirlas. Usan patatas agrias y las fríen a mano, lo que hace que estas papas conserven toda la magia del producto acabado de hacer.
En Villena encontramos unas papas, que como su publicidad indica, son extracrujientes. Con nueva imagen y nuevos sabores intentan hacerse un hueco entre los clásicos del panorama valenciano.
Estas papas, casi adictivas, son el ejemplo de un producto familiar bien hecho desde 1961. Rugosas, robustas y muy desconocidas fuera de la comarca del Comtat, las Bretaña están sin duda en el pódium de papas más auténticas.
Unas papas claras y suaves que adoran los vecino de La Font de la Figuera. Llenas de finas burbujas son también difíciles de conseguir fuera de su zona, lo cual es un problema para los amantes de las buenas papas.
Las más norteñas de todas son las Geysel; elaboradas en San Mateu, presumen de haber creado unas papas perfectas. Como es difícil de demostrar con palabras, lo mejor que puedes hacer es catarlas para salir de dudas sobre su perfección.
Foto: Vicent Baydal
En Sueca no sólo tienen arroz, también tienen unas papas aceitosas y saladitas que hacen las delicias de los locales. No las encontrarás fácilmente, pero si las pruebas seguro que no las olvidas.
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Hay algunas más como las Morell de Pedreguer, las Caipaje de Elche, las Crico’si de Alaquás, o las Granero de Alcoy. Lo que está claro es que sean cuales sean tus favoritas, los valencianos somos “más papistas que el papa” en cuanto a las papas se refiere. 