Indonesia aún no cuenta con medidas de cuarentena que mantengan a la gente lejos de las calles para impedir la transmisión de COVID-19, pero los pobladores de Kepuh, un poblado en la isla de Java, están tomando las riendas del asunto. En vez de establecer multas para exhortar a la gente de quedarse en casa, los habitantes de Kepuh han puesto en marcha un práctica más contundente: patrullas de fantasmas. La policía, en colaboración con un grupo de jóvenes locales, han disfrazado a algunos voluntarios como pocongs —fantasmas del folclor local— para asustar a la gente que se encuentre en las calles. 

 

Cuando comenzaron los patrullajes, esta tenebrosa táctica tuvo el efecto no intencionado de atraer a los curiosos, pero el plan se ha ido modificando y ahora solo se hacen patrullajes sorpresa cada pocos días. Los pocongs, reporta Retuers, son voluntarios locales envueltos en mortajas funerarias blancas y se pintan la cara de color blanco y negro.

 

Los pocong representan las almas de los recién fallecidos que se encuentran atrapados en su propia mortaja. Según la tradición musulmana, las personas son envueltas en una mortaja al morir y esta se amarra a la cabeza y los pies del difunto. Estos amarres deben ser retirados después de 46 días para liberar el alma, de lo contrario el fantasma se levantará de su tumba para aterrorizar a todos los que se crucen por su camino.