Nuestros antepasados nativos lograron una impresionante clasificación de las plantas, a la vez que comprendieron que algunas de ellas tenían efectos curativos tan poderosos que les permitían abrir su conciencia a los mundos imperceptibles para los sentidos. Así lograron dialogar con sus ancestros y con las esencias creadoras del mundo, las mismas que les guiaron para crear las sociedades que hoy admiramos.
El consumo de estas plantas era exclusivo para sacerdotes de alto rango y experiencia, que conocían su uso a la perfección. Tal era la sacralidad de estas plantas, que de ellas se encargaba una deidad en especial: Xochipilli, «el príncipe de las flores» de los mexicas, era el señor protector de las plantas, de los juegos, de la danza y de los placeres. En su representación, Xochipilli lleva tatuadas en su cuerpo algunas de éstas plantas y otras desconocidas, y podemos verlo en trance, meditando, por lo que pareciera ser el consumo de las plantas sagradas…
1. LA SALVIA
Esta herbácea es sin duda una de las más comunes y altamente alucinógenas que puedes encontrar en México, especialmente en la zona de Oaxaca. Es la primera planta que se conoce cuya sustancia activa, la salvinorina-A, no es un alcaloide, lo cual ha llevado a especular que no se trata de un alucinógeno, sino de un “onirógeno”; un potenciador de los sueños. Por ello es que sus efectos en innumerables ocasiones se han descrito como sueños altercados con la realidad, es decir, puedes llegar a un punto en el que puedes pasar de la realidad al sueño sin darte cuenta dónde comienza uno y termina el otro, y así hasta que el efecto concluye. Las hojas de la salvia divinorum se han ingerido por chamanes durante ceremonias rituales a través de infusiones o masticándolas.
2. EL PEYOTE
Es la semilla madre de las tierras mexicanas por excelencia. Proviene de la familia cactaceae y abunda en estados áridos del norte de la República, como San Luis Potosí, Chihuahua, Coahuila, Durango, Tamaulipas y en algunas ocasiones Querétaro y Zacatecas. El peyote (por su topónimo en náhuatl peyotl), contiene alrededor de 50 alcaloides psicoactivos, siendo el más portentoso la mescalina.
Siguiendo los textos de Fray Bernardino de Sahagún, uno de los máximos cronistas del México prehispánico, el peyote ya era utilizado al menos unos 2000 años antes de la llegada de los españoles. Sobre sus efectos –de acuerdo al libro de Schultes y Hofmann–, devela un “juego caleidoscópico de visiones coloridas de indescriptible belleza (…). Se perciben destellos y centelleos de colores, cuya intensidad y pureza desafían cualquier descripción”.
Es la planta de poder más venerada por los wixarikas del norte de México, que ven en él al Hikuri, el venado azul que no puede ser cortado de la tierra por simple gusto, sino que debe de llevar a cabo todo un ritual de cacería.
3. EL LIRIO AZUL DE AGUA
Es sin duda una de las plantas psicoactivas más hermosas que existen en el planeta. En muchas ocasiones ha sido confundido con el loto, y aunque la nymphaea posee colores más atractivos, ambos lirios comparten una sustancia activa: la nuciferina. El lirio azul crece en zonas cálidas y templadas y la encuentras tanto en México como en otros sitios de Asia y África –de hecho, tanto para nuestros antiguos como para las civilización egipcia, fungió como una planta sagrada de uso psicodélico, relajador y hasta afrodisiaco-.
4. EL OLOLIUQUI
El alcaloide activo del ololiuqui o “semillas de la virgen” es la ergotina (LSA), un compuesto cuyos efectos son similares a los del LSD. El ololiuqui es una especie de enredadera que crece principalmente en los estados sureños de México, aunque se sabe que los mexicas también la conocían bajo el nombre de xoxo uqui (serpiente verde). Esta planta sagrada también fue utilizada por linajes antiguos, tales como la mazatecos, los mixtecas, los zapotecas y los chinantecos. Estos últimos le atribuyeron el nombre de a-mu-kia, por sus propiedades extrasensoriales adivinatorias.
5. EL COLORÍN
Otra de las plantas empleadas para la adivinación es la erythrina, también conocida como colorín. El árbol de colorín posee alcaloides psicoactivos, tanto en sus vainas como en sus frijoles, ambos de un color rojo intenso. Esta especie es bastante común en el norte y en el centro de México, pero pocos saben de sus propiedades alucinógenas. Se sabe que también fueron usados para fines medicinales por los mexicas y hoy en día los tarahumaras los usan con los mismos propósitos.
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6. EL TOLOACHE
Los toloaches o “trompetas de ángel” son una especie de arbustos pequeños que se distinguen por sus flores blancas, en forma de pequeñas trompetas. Debido a su efecto sedante, en la antigüedad se utilizaba como analgésico natural, además de fungir un papel importante en las ceremonias chamánicas. Su efecto se le compara al de la mandrágora y la belladona, aunque se sabe, según sea el tipo de tierra, las condiciones climáticas y la edad de la planta, es cómo será su grado de toxicidad.
Un mito que ha prevalecido hasta nuestros días es que el toloache sirve para retener al lado a la persona amada. Puede notarse en la frase “estás entoloachado” que se le dice a quien está muy enamorado o muy dependiente de una pareja sentimental.
7. EL BADOH NEGRO
También conocida como “gloria de la mañana”, el badoh negro se ha utilizado en Oaxaca principalmente, tanto en la adivinación como en ceremonias rituales, con propósitos curativos y mágico-religiosos. Sus flores suelen confundirse con el floripondio (salvo que ésta es más bien una enredadera). Y, aunque sus efectos pueden ser ligeramente similares, la ipomoea contiene niveles más bajos de intoxicación. Por sus propiedades delirantes derivadas de la sustancia activa principal, el LSA, el piule o badoh negro se utilizó en la antigüedad para adquirir el mismo estado de conciencia logrado con la ingesta de ololiuqui.
8. EL FRIJOL DE MEZCAL
Las semillas de esta planta sagrada (que tienen la forma de un frijol) contienen citisina, un alcaloide perteneciente al mismo grupo de la nicotina, que ha sido usado por sus propiedades “tóxicas”/delirantes en ritos tribales de las poblaciones originarias de Estados Unidos y del norte de México. La sófora se presenta como un árbol cuya altura llega a alcanzar los 15 metros. Sus flores (azul-violetas) poseen un olor perfumado peculiar y resaltan de manera radiante con el tono rojizo de sus “frijoles”.
9. EL CÓLEO
Esta planta es relativamente común en México y su uso hoy en día es meramente ornamental. Sin embargo, la cultura mazateca acostumbra consumir las hojas ya sea mascadas o en té. La etnobotánica de esta etnia advierte que existe una especie de familia de plantas sagradas de las cuales la salvia divinorum es la planta “hembra” mientras que el coleus blumei es la planta “macho”. De igual forma existen otra especies de cóleo llamadas bajo nombres descendentes como el “nene” y el “ahijado”. Cabe resaltar que los efectos del cóleo son muy suaves y en culturas como las mencionada se mezclan distintos tipos de coleus para lograr el efecto deseado.
10. LOS HONGOS ALUCINÓGENOS
Conocidos por los mexicas como teonanácatl, o la “carne de las deidades”, existen alrededor de 200 especies de hongos alucinógenos en México. Los más empleados para fines rituales son aquellos que contienen psilocibina, su alcaloide activo. Gracias a la simbiosis que práctica con otras plantas, el hongo puede obtener energía de la fotosíntesis de otras especies, de esta manera se nutre de otros seres para forjar su consistencia psicoactiva (una alegoría sin duda con gran enseñanza). Para los antiguos, especialmente para los mazatecos, los chinantecos y los zapotecos, y también para las culturas actuales prevalecientes como los mismos mazatecos, estas “flores” medicinales sirven, por cada ceremonia ritualista, para abastecerse de conocimientos oraculares.
Ahora que conoces las plantas más sagradas del México antiguo tienes que saber que no se trata de simples drogas y que su consumo es algo totalmente místico que va más allá de su ingesta por juego o valentía, pues sólo quien conoce sus efectos puede determinar si eres apto para sentir su poder. Llegar a ingerirlas sin los rituales previos, en cantidades incorrectas o en malas combinaciones, puede tener resultados fatales.