1.
Que alguien te pida que le expliques el peronismo.
2.
No tener ni idea si “bancame un toque” implica 5 minutos o media hora.
3.
Que te garroneen un mordisco de tu alfajor favorito.
4.
Que te miren mal por tus demostraciones públicas de afecto.
5.
Decidir cómo cerrás el email dirigido a una persona que acabás de conocer:
“Saludos cordiales”, suena muy formal.
“Saludos”, es re seco.
“Un abrazo”, loco, no es familia, ¿qué onda?
“Beso”, alta confianza.
“Besos”, ¿la próxima vez lo invito a una cita?
6.
Que se te escape un “che, boluda” cuando le estás hablando a tu vieja (aquí hay claramente un tema generacional).
7.
Que te digan “todo bien” cuando sabés que no está “todo bien”, pero no poder re-preguntar quécarajotepasa #$%/& porque no da hacer una escenita.
8.
Tener que explicarle a alguien que la temperatura en el pronóstico del tiempo no es exactamente lo que uno siente, que existe algo que se llama “sensación térmica”.
9.
Quedarte sin yerba y que ni siquiera estés en una situación tipo “yerba no hay”.