Entre las tantas ciudades balnearias que tiene la Argentina se esconden pueblos llenos de magia, historias encantadoras, paisajes únicos, características impensadas, tranquilidad, armonía, paz y comunión con la naturaleza. En una recorrida por toda la costa atlántica -que comienza en Buenos Aires y termina en Santa Cruz- encontramos estos hermosísimos pueblos que te invitamos a conocer en esta nota.
Bahía Bustamante, Chubut
Llegás a Bahía Bustamante y sentís que hiciste un viaje en el tiempo. Este pueblo originalmente supo ser una estancia patagónica dedicada a la recolección de algas, donde residieron más de 600 personas… hoy sólo viven 40. Reconvertido en pueblo turístico, Bahía Bustamante aún conserva su magia, que se combina con la belleza de sus playas, sus aguas turquesas y la intensidad de su paisaje.
La soledad patagónica y la constante brisa del mar invitan a explorar la región, variada y virgen: un bosque petrificado, un santuario de fauna marina habitado por colonias de pingüinos, aves, lobos marinos y ballenas, o el avistaje de animales de la zona (maras, choiques, guanacos, peludos, zorrinos, martinetas e incluso zorros). Pocos lugares en el mundo presentan esta abundancia y diversidad de fauna autóctona, por eso alguien alguna vez la bautizó como “la Galápagos patagónica”.
El Cóndor, Río Negro
¿Te gustan los deportes de viento? Entonces este es un sitio que debés conocer; es el lugar ideal para practicar kitesurf, kitebuggy o parapente por la intensidad del viento marítimo. Arena fina, costas bajas, y aguas cálidas, verdes y transparentes. Paisaje rocoso y acantilados que proponen vistas panorámicas a cada paso. Así son las playas de El Cóndor.
Cerca está la desembocadura del Río Negro, que se funde con el océano Atlántico en un espectáculo único que se puede observar desde un punto llamado El Pescadero. Otra curiosidad de El Cóndor es que allí está la colonia de loros barranqueros más grande del mundo, y es un espectáculo verlos volar, juntarse y hacer bullicio.
Aquí comienza la Ruta de los Acantilados, que bordea todo el golfo San Matías, hasta llegar a la ciudad de San Antonio Oeste, atravesando una variada cantidad de balnearios.
Pehuen-Có, Buenos Aires
Argentina tiene hermosas playas y mágicos bosques, aunque difícilmente los encuentres juntos… a no ser que vayas a Pehuen-Có. Allí, frondosas araucarias, eucaliptus y pinos llegan hasta la orilla del mar que, para completar la originalidad de este pequeño pueblo del sur de Buenos Aires, tiene aguas cálidas.
Estas aguas atípicas para la región llegan con la corriente del Golfo y esconden una partecita de la historia arqueológica de Sudamérica y algún que otro misterio. En 1986 se descubrió un fantástico yacimiento de huellas fosilizadas de más de 12000 años que se puede recorrer con guías especializados y conocer huellas fósiles de aves y mamíferos extinguidos.
En resumen, Pehuén-Có (que en idioma mapuche significa Pehuén=araucaria y Có=agua) ofrece la tranquilidad de una villa de apenas 700 habitantes y la posibilidad de pasar largas jornadas contemplando un cálido mar bajo la sombra de un bosque patagónico.
Camarones, Chubut
Este es un pintoresco y típico pueblo costero fundado en 1535 (antes que Buenos Aires) que atrae especialmente por su arquitectura. En medio de la naturaleza y el mar, las construcciones del siglo XIX, monumentos y museos te recuerdan a cada paso que estás en un lugar cargado de historias y cultura: el naufragio del Buque Villarino en 1899, el museo en homenaje a Juan Perón (quien vivió allí parte de su niñez), o la plazoleta que recuerda a los españoles que llegaron en el siglo XVI son sólo algunos.
Tan típico es, que está considerado un “Pueblo Auténtico” y así fue presentado en la feria de turismo WTM Latin América 2017, en San Pablo, Brasil.
Camarones, además, es la puerta de acceso a los tres parques nacionales que conforman la Ruta Azul, uno de los circuitos turísticos más nuevos y atractivos. Pingüinos, lobos marinos, toninas, mejillones, pulpos, arrecifes, acantilados… naturaleza cruda en su estado más puro.
Reta, Buenos Aires
Dicen que cuando llegás a Reta te pueden pasar dos cosas: te enamorás y volvés cada vez que podés… o no te vas más. Si buscás un lugar en donde reine el silencio, la armonía con la naturaleza, la paz y los caminos sin asfalto, puede ser que Reta sea tu lugar en el mundo.
Aguas cálidas que trae la corriente marina, extensas playas de arenas suave y fina, y médanos que separan la costa de la villa son el entorno ideal para desconectar del ruido urbano y conectar con la inmensidad del mar.
Este pueblito que recién conoció la electricidad a fines de los ‘70 es uno de los pocos lugares de la Argentina en donde el sol sale y se pone sobre la costa, ofreciendo unos atardeceres maravillosos y únicos. Las caminatas por los médanos son imperdibles en Reta, la villa costera donde se conjugan el campo y el mar.
Playas Doradas, Río Negro
La magia y el encanto de Playas Doradas está en su nombre: los pequeñísimos fragmentos de cuarzo, sílice y conchilla molida que componen la arena hacen que al dar el sol en ella se produzcan reflejos dorados, un efecto que no se puede encontrar en ningún otro lugar de la costa Argentina.
Playas amplias, de suave y extensa pendiente, e interminables kilómetros dan una sensación de inmensidad impactante. Apenas saliendo del pueblo aparecen otras geografías y playas pequeñas escondidas entre acantilados pero de fácil acceso: La playa bonita, José Manuel (donde se practica apnea), Los suecos (playa nudista en los ‘70), o Las casitas, elegida para practicar pesca.
El pueblo -tan pequeño que no alcanza los 200 habitantes- está ubicado en el extremo este de Río Negro, a 28 kilómetros de la ciudad de Sierra Grande.
Puerto San Julián, Santa Cruz
Aquí llegamos a una de las playas más australes del mundo aptas para baños… eso sí, que tu segundo nombre sea Coraje, porque la temperatura del agua más cálida ronda los 10°C.
Si preferís quedarte en la orilla, podés recorrer el circuito costero -que se extiende por 30 kilómetros- y conocer las playas protegidas por acantilados, a espaldas de la meseta semiárida y de poca vegetación de esta parte de la Patagonia.
Este pueblo tiene una característica única, y es que está bajo el nivel del mar, lo cual le da un atractivo especial. A pocos kilómetros del casco urbano hay enormes extensiones de sal y está la laguna del Carbón, sitio de especial interés geológico y paleontológico. Puerto San Julián está a 360 kilómetros de Río Gallegos, la ciudad continental más austral del mundo.
Mar de Cobo, Buenos Aires
Playas agrestes, acantilados, rocas, el sonido del mar y el aire rural que impregna Mar de Cobo representa una bocanada de campo a la orilla del mar. Este pequeño pueblo de 300 hectáreas escondido entre medio de grandes ciudades como Mar del Plata y Villa Gesell es un desprendimiento de la vieja estancia San Manuel; de ahí hereda sus aires campestres.
Las calles comienzan y terminan en el mar por su diseño en forma de U, y en el medio se cruzan con la única avenida asfaltada. La otra calle importante del pueblo es la que recorre la costa, conformada por arena y conchillas, y de recorrido sinuoso, pues acompaña la caprichosa línea de acantilados. En la costa, el escenario es de franjas de arenas cortas pero anchas, separadas por acantilados que esconden recovecos sólo explorables cuando baja la marea.
La reserva forestal de Mar de Cobo es un maravilloso pulmón verde en el que conviven numerosas especies de aves, que le dan al lugar su característico sonido: el rumor constante de los pájaros más el sonido de las olas rompiendo contra las acantilados.
Las Gaviotas, Buenos Aires
Esta es una pequeña villa turística surgida hace pocos años a partir del desarrollo de diversos emprendimientos hoteleros. Son sólo siete cuadras ubicadas entre Mar de las Pampas y Mar Azul, donde las construcciones de piedra, madera y vidrio se mezclan con los árboles y las dunas, integrándose al paisaje.
El diseño y recorrido de sus calles permite ver desde allí la playa y así vivir una experiencia poco usual en las zonas de dunas, donde los médanos funcionan como barrera visual y dividen los pueblos de las costas. Las Gaviotas es un hermoso respiro para encontrarse con las más típicas playas bonaerenses, pero en un entorno de tranquilidad y comunión con la naturaleza.