Tlaxco es un pintoresco pueblo en el estado de Tlaxcala, de fuerte herencia colonial, empezando por la iglesia principal en honor a San Agustín, patrono del pueblo. El palacio de gobierno y la explanada del kiosco conforman el centro del pueblo, una zona de grandes casonas con fachadas sencillas y de intenso colorido que se extienden hacia muchas de las calles aledañas.
A unos cuantos kilómetros de Tlaxco, en el poblado de Atlangatepec, se encuentra la Laguna de Atlanga. Un cuerpo de agua alimentado por los ríos que descienden de la sierra norte y que actualmente funciona como presa. Es un bello escenario, sobre todo para pasar la tarde, pues cientos de moradores de los juncos, aves de distintas especies, emprenden el vuelo hacia su morada nocturna en un espectáculo ya extinto en los contextos urbanos. Aquí se pesca y se come carpa, se pasea en lancha y los atardeceres son maravillosos.
A un kilómetro y medio del centro se encuentran “Los Laberintos” de Tlaxco. Se trata de una zona donde la fuerte erosión del agua y del viento ha labrado un divertido sistema de vericuetos entre pilas de tierra rojiza de más de 5 metros de altura. Aquí los que más se divierten son los niños, pero aquellos de niño interior también lo harán… siempre y cuando su adulto exterior sea delgado, pues los estrechísimos recovecos no dan cabida a una panza. Los laberintos también se pueden recorrer desde arriba. No se puede perder este peculiar lugar: es garantía de mucha diversión.
A 45 minutos, pero todavía considerado como parte de la región Tlaxco, pasando la zona semidesértica de la sierra y los campos de entrenamiento del ejército, donde de pronto las cactáceas se transforman insólitamente en pinos, existe una comunidad rural llamada Las Vigas, enclavada en un denso y casi virgen paraje boscoso. Aquí, los amantes del senderismo disfrutarán una maravillosa sesión entre árboles y apacibles arroyos, monumentales rocas equilibristas e imponentes cañadas.