Los estados de Morelos y Puebla, a las faldas del volcán Popocatépetl, tienen catorce monasterios construidos durante el siglo XVI por las órdenes religiosas que llegaron a México con los conquistadores: dominicos, agustinos y franciscanos, cuya misión real y sacra era la de evangelizar a los pueblos originarios.
En 1994, la UNESCO declaró a catorce de ellos como Patrimonio de la Humanidad. ¿Los motivos? Su estado de conservación (fueron construidos hace 500 años) y el acervo cultural de su arquitectura, innovadora en su época, caracterizado por el uso de espacios abiertos y grandes atrios que en Europa no se conocían, y que fueron el resultado de las observaciones de los frailes, al darse cuenta de que los indígenas tenían la costumbre venerar y ofrendar a sus dioses al pie de sus enormes edificaciones al aire libre.