“Todo su cuerpecito no excede al de una pequeñita almendra; la cola larga, la cabeza proporcionada, el cuello corto, el piquito largo, delgado y fino. Blanco en el nacimiento y negro en la punta; las alitas largas y menudas; tan ligero en su manejo, que cuando vuela casi no se ve y sólo se percibe por un zumbido que hace; sus ojos muy alegres y hermosos. La pluma es verde en la mayor parte, con pintas amarillas y azules. Anda en los jardines chupando las flores y, sin parar su vuelo, mete el piquito en la flor y saca el jugo con tanta delicadeza que ni la maltrata ni aún la inclina abajo”.
Fuente: “Diario del viaje que hicimos a México”, de Fray Francisco de Ajofrín.
De entre todas las aves preciosas del México antiguo hay una tan pequeña que te cabrían varias de ellas en una sola mano y que, a pesar de su tamaño, posee una envidiable grandeza de espíritu. En maya es llamada x ts’unu’um; tsut’u en hñä-hñü; en náhuatl, huitzilin y en español, colibrí. Te voy a contar un poco de su simbolismo en el México prehispánico.