Salvador Dalí decía que la Ciudad de México le parecía más surrealista que su obra. Todo aquel que haya vivido aquí, sabe que la ciudad vibra en frecuencias distintas a las de la compresión y la lógica. Aunque la cotidianidad hace que el surrealismo de la ciudad llegue a parecernos algo natural, existen lugares que aún son como puertas dimensionales que te engullen sin importar que tan acostumbrado estés a habitar un espacio tan ecléctico. Estos son siete de estos lugares de la CDMX.
1. La isla de las muñecas
Por las noches, las chinampas de Xochimilco dejan de ser un mero atractivo turístico y se convierten en lugares llenos de misterio. No por nada cuentan que este es uno de los sitios favoritos de la Llorona para lamentarse. Un testimonio tangible de las leyendas que rodean a Xochimilco es la famosa isla de las muñecas. Cientos de muñecas viejas colgando entre los árboles de una pequeña chinampa ponen los pelos de punta, pero no tanto como la historia de Julián Santana —el responsable de este tétrico despliegue—, quien aseguraba ser atormentado por el alma en pena de una joven que había muerto ahogada cerca de su chinampa.
Don Julián creía que las muñecas eran amuletos que lo protegían de los malos espíritus, así que empezó a recolectarlas de la basura para ahuyentar al fantasma que lo aquejaba. La colección de muñecas creció a tal punto, que no sólo espantaba a los espíritus sino hasta a los mismos chinamperos. Don Julián dejó de colgar muñecas el día que lo encontraron sin vida en el agua a la orilla de su chinampa.
Dónde: Isla de las muñecas, Xochimilco
2. La Arena México
En la Ciudad de México también existe el Olimpo y se llama Arena México. Los luchadores son personajes casi mitológicos que ascienden a ese palpitante escenario llamado cuadrilátero en espera de batallas épicas que los consagren como ídolos de las multitudes. Algunos han logrado su cometido y otros han sido humillados. Así es la lucha libre mexicana, el pancracio que replica la interminable lucha del bien contra el mal en cada una de sus funciones.
La Arena México es un lugar al que se va a hacer catarsis. Un portal dimensional en donde hombres anónimos se han perpetuado bajo figuras como el Santo, Blue Demon, el Rayo de Jalisco o Mil Máscaras. El aliento de la cultura popular es capaz de convertir a los hombres en leyendas vivientes y puedes ser testigo de esto varias noches a la semana en este extraño rincón de la colonia Doctores.
Dónde: Dr. Lavista 189, Doctores
3. Mercado de Sonora
Inmerso en el caos que rodea al Centro Histórico de la Ciudad de México se encuentra el Sonora, un centro ceremonial disfrazado de mercado. La herbolaria mexicana, tan estudiada y venerada por las culturas prehispánicas, sobrevive y resiste a las farmacéuticas en los pasillos de este lugar gracias a curanderos, chamanes, brujos, santeros y adivinos. Aquí se atienden y se comercian remedios naturales para sanar las dolencias del cuerpo, alejar malos espíritus, atraer el amor, la fortuna, repeler las envidias y tratar algunos otros males espirituales.
El Mercado de Sonora abrió sus puertas en 1957 y es una ventana dimensional al sincretismo de las culturas mesoamericanas, europeas y afrocaribeñas. La herbolaria prehispánica mezclada con ritos y creencias cristianas crean un mosaico difícil de encontrar en otras partes del mundo. Cada pasillo del Sonora es una oportunidad para escaparse por un momento de la realidad y dejar que la mente se nahualice para curarse a sí misma.
Dónde: Fray Servando Teresa de Mier 419, Merced
4. Templo Mayor
Los pedernales, los incensarios bufando copal, el cascabeleo incansable de los danzantes en trance por el sonido del teponaztli, la imagen de la Coyolxauhqui —desmembrada por sus hermanos y vuelta a fragmentar por la maquinaria de las excavadoras que la desenterraron del olvido— y las piedras de sacrificio… Todo eso y más sigue vivo en lo que fuera el centro ceremonial más importante de la antigua ciudad de Tenochtitlán.
El Templo Mayor fue el máximo adoratorio mexica y sus restos de tezontle se asoman a un costado de la Catedral Metropolitana, como un recordatorio del pasado que se niega a pasar desapercibido y en donde aún se esconden grandes secretos. En torno al Templo Mayor, la vida frenética del Centro Histórico transcurre entre vendedores ambulantes, manifestantes, turistas, embotellamientos y curanderos haciendo limpias callejeras.
El Templo Mayor sigue convocando la energía de la ciudad como lo hacía siglos atrás, alrededor de él es posible experimentar realidades alternas con la posibilidad de sumergirse en cualquier momento en el inframundo mexica.
Dónde: Centro Histórico a un costado del Zócalo
5. Museo Anahuacalli
Todos conocen a Diego Rivera por su faceta como pintor, pero pocos están familiarizados con su pasión como coleccionista de arte prehispánico. El Museo Anahuacalli es una muestra de la conexión que Diego Rivera tenía con el mundo mesoamericano. De hecho, el diseño de este recinto es obra del mismo pintor con la intervención del arquitecto Frank Lloyd Wright. Algunos dicen que la idea original del artista era crear su propio mausoleo inspirado en una casa de energía —teocalli en lengua náhuatl—, aunque finalmente se convirtió en el sitio que alberga toda su colección de piezas prehispánicas.
Energéticamente, el Anahuacalli es más que un museo. Su estructura se asemeja a un basamento mesoamericano pero también a la figura monolítica de Tláloc que da la bienvenida al Museo Nacional de Antropología. El interior es por momentos estrecho, oscuro e intimidante. Es inevitable no sentirse invadiendo el espacio sagrado de un templo mexica en honor a Huitzilopochtli.
El Anahuacalli fue construido en su totalidad con piedra volcánica, el alma solidificada de nuestros volcanes que —parafraseando al Dr Atl— iluminan y fertilizan en el reposo de su muerte toda la tierra de Anáhuac.
Dónde: Museo 150, San Pablo Tepetlapa
6. Salón Los Ángeles
Hay un lugar en la colonia Guerrero en donde cada noche decenas de ángeles caídos se reúnen bajo el cobijo de luces neón. Estos ángeles no vuelan, más bien bailan y sus alas son zapatos bien lustrados que comienzan a moverse al compás de los danzones, el chachachá, el swing y el mambo. El escenario del Salón Los Ángeles es una pista de duela con 1300 metros disponibles para quien guste sacarle brillo al piso. Una verdadera puerta dimensional capaz de convertir a cualquiera en un pachuco o una rumbera cada vez que la danzonera comienza a tocar. A lo largo de sus 75 años, el salón ha visto desfilar —y bailar — a personajes como Resortes, Cantinflas, Carlos Fuentes y hasta al Che Guevara.
En el Salón Los Ángeles el tiempo y el espacio se miden con una mano al hombro y la otra a la cintura. Esa manera de entenderse sin palabras que solo es posible en pareja.
Dónde: Lerdo 206, Guerrero
7. Mercado de juguetes
La Ciudad de México también tiene poderosas máquinas del tiempo y una se encuentra cerca de la estación del Metro Hidalgo. Se trata de un mercado de juguetes donde los coleccionistas más nostálgicos pueden encontrar joyas de una infancia distante. Aquí te encontrarás rodeado de Thundercats, Halcones Galácticos, Caballeros del Zodiaco, Tortugas Ninja, G.I. Joes y muchas otras figuras que dejaron de ser juguetes para convertirse en verdaderas piezas de colección.
Este portal dimensional te llevará en un parpadeo a tu infancia y revivirá una que otra memoria que creías olvidada. El mercado se instala todos los sábados.
Dónde: Balderas 12, Centro Histórico