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8 retos de todo tapatío al irse a vivir a la Ciudad de México

Ciudad de México Guadalajara
by Dann Castillo 2 Jan 2019

1. La intimidad en el Metro

 

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Si te vas a aventurar en las entrañas de la ciudad y recorrer sus rincones en uno de sus medios de transporte más populares, lo primero que tienes que hacer es despedirte de tu espacio personal. Digamos que el contacto íntimo por el que he pasado en la Línea 1 ameritaría un matrimonio obligatorio en ciertos países del mundo. Lo cierto es que viajar en el metro es una experiencia bastante surreal para los foráneos. Cuando crees que ya no cabe un alfiler más en ese vagón —ya no digamos un cristiano—, los chilangos desafían todas las leyes de la física y consiguen hacerse un lugar en donde antes no era humanamente posible hacerlo. Espero algún día resolver el misterio.

 

2. ¿Provincia?

Los amamos capitalinos y también nos encanta su ciudad, pero nos hacen cuestionarnos el amor cuando asumen que todo el resto de la república está compuesto de provincias. Guadalajara tiene más habitantes que todo el país de Dinamarca, así que vayan y díganles provincianos a ellos.

 

3. Las tortas de todo

 

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Quizás sea algo en mis papilas gustativas que no me permite comprender la belleza de las tortas de tamal. Eso de mezclar masa con masa me parece culinariamente redundante y lo mismo va para las tortas de chilaquil, lo siento —bueno, en realidad no lo siento. La obsesión de los habitantes de la Ciudad de México con las tortas quizás sólo sea comparable con la que tienen los tapatíos con los platillos aguados que nadan en salsa. En la capital no discriminan: encuentras las clásicas tortas de pierna y de chorizo, pero también puedes degustar tortas de pulpo, de plátano y hasta de tacos dorados. Aunque, eso sí, para tortas de jamón, como las capitalinas no hay dos.

 

4. La increíble oferta cultural

 

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No me deja de sorprender que la Ciudad de México es una de las urbes con más museos en el mundo, así que el verdadero reto es decidir cuál visitar primero. Desde la clásica Casa Azul hasta opciones menos ortodoxas como el Museo del Tatuaje o el Museo del Retrato Hablado, si hay algo cierto acerca de la capital es que nunca te vas a aburrir. Además, no podemos olvidar los múltiples conciertos, obras de teatro e instalaciones que inundan la ciudad durante todo el año.

 

5. Mantener la dieta

Yo estaba bastante consciente del amor que los mexicanos sienten por la comida, pero lo cierto es que en la capital la pasión culinaria alcanza otros niveles. Hay comida en los restaurantes y en los puestos callejeros, por supuesto, pero también te encuentras garnachas en los vagones de metro, en camionetas desconocidas fuera de las oficinas y hasta en medio del tráfico matutino. Digamos que si quieres hacer dieta estricta, quizás esta no sea la mejor ciudad del mundo para lograrlo.

 

6. Soportar el tráfico

Uno se queja del tráfico de Guadalajara hasta que lo compara con el de la Ciudad de México. Dos horas es un tiempo estándar para llegar a tu trabajo y si te toca manifestación, olvídate. Sin embargo, estar atrapado entre su interminable marea de carros es la oportunidad perfecta para elevar los índices de lectura si es que tomas camión o para convertirte en un cantante profesional si es que eres lo suficientemente valiente para manejar. Sé creativo y usa todo ese tiempo muerto para algo productivo.

 

7. Lidiar con las esculturas de San Judas

 

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Como si los habitantes de esta ciudad no fueran suficientemente numerosos, el día 28 de cada mes la población capitalina crece exponencialmente gracias a los cientos de San Judas Tadeos que comparten las calles, los camiones y los vagones de Metro con el resto de la población. Aunque, la verdad, prefiero compartir mi espacio personal con San Judas que con el vendedor de discos piratas.

 

8. Los precios

¿En qué momento esta ciudad se volvió tan increíblemente cara? Empezando por las rentas y los estacionamientos y terminando con los Ubers y su maldita tarifa dinámica, la verdad es que vivir en esta ciudad se ha vuelto un lujo. No obstante, benditos sean sus mercados, sus camiones de cuatro pesos y sus museos gratuitos de los domingos para balancear las carteras de los habitantes.