De acuerdo a la cosmovisión mexica, el Mictlán (“lugar de los muertos”) era el nivel inferior de la tierra de los muertos. El camino a este recinto, nos cuenta Bernardino de Sahagún en su “Historia general de las cosas de la Nueva España” era largo y peligroso: tenía nueve niveles verticales y descendientes.
“Y más dicen que al tiempo que se morían los señores y nobles les metían en la boca una piedra verde que se dice chalchihuitl; y en la boca de la gente baja, metían una piedra que no era tan preciosa, y de poco valor, que se dice texoxoctli o piedra de navaja, porque dicen que la ponían por corazón al difunto…”.
(Bernardino de Sahagún, “Historia general de las cosas de la Nueva España”)
Se creía que el viaje duraba cuatro años y que, al llegar a Mictlán luego de haber superado todos los obstáculos, el alma del difunto era recibida por Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, las deidades del inframundo, quienes le anunciaban el final de sus pesares.