Crédito: Lau Bacanal | Shutterstock.com

Conoce a estos cinco santos paganos elegidos por los argentinos

Argentina
by Verónica Roselló 20 Jul 2018

Miguelito, el “Angelito Milagroso”

En La Rioja se le piden favores relacionados con niños y bebés a “el angelito milagroso”. Este santo se creó sobre la figura de Miguel Ángel Gaitán, un niño que murió de meningitis en 1966, antes de cumplir su primer año.

Miguelito tuvo un entierro tradicional en un cementerio de la zona. Pero durante un fuerte temporal ocurrido 7 años después de su muerte, la tumba del niño quedó completamente expuesta. Desde entonces, el sepulcro del pequeño fue reconstruido en más de cuatro ocasiones, pues en cada amanecer los ladrillos aparecían distribuidos por todo el lugar, y el féretro quedaba nuevamente descubierto.

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Esta historia comenzó a esparcirse como pólvora, y los habitantes de Villa Unión -ciudad riojana en donde ocurre la historia- se encargaron de buscarle explicaciones divinas a los rarísimos hechos relacionados al ataúd del niño, cuyos restos se conservaban visiblemente intactos.

La madre del angelito milagroso creyó que probablemente estos incidentes eran reclamos de su hijo para que fuese liberado de la fosa, y con la ayuda de familiares y vecinos movió el ataúd al exterior y lo sustituyó por uno sin cubierta.

Poco después de esto, la leyenda del angelito milagroso tomó más y más fuerza: la gente se presentaba ante él para acariciarle la frente y rogarle que les concediera favores.

Así, Miguelito se fue convirtiendo en una atracción y las historias sobre ‘milagros’ empezaron a reproducirse. El niño se volvió tan popular entre los habitantes de la zona que construyeron un panteón en su honor. Actualmente este panteón está lleno de flores, juguetes, fotos y otros obsequios que han sido ofrendados por millones de visitantes en muestra de devoción, respeto y agradecimiento.

Gilda, la santa bailantera

Gilda fue una figura de la música popular que se convirtió en hacedora de milagros. Ya unos meses antes de morir -justo cuando su carrera como cantante empezaba a tomar vuelo y a hacerse popular- Gilda despertaba en sus fans un atractivo especial.

Muchas personas le acercaban bebés para que los curara o se hacían tocar para conseguir trabajo. Si bien la cantante renegaba de estos poderes, no le negaba el contacto a la gente durante sus shows de música bailantera y alegre.

Pero el 7 de septiembre de 1996, Miriam Alejandra Bianchi (su verdadero nombre) viajaba en un micro cuando en el kilómetro 129 de la Ruta Nacional 12, en la provincia de Entre Ríos, chocó contra un camión. Gilda, de 34 años, murió instantáneamente, al igual que su mamá y su pequeña hija.

Si ya se le atribuían milagros estando viva, después del accidente la fama de “Gilda de los milagros” creció, se multiplicó y atrajo a cientos de miles de seguidores.

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Hoy, en ese lugar del accidente hay un santuario hasta donde le acercan flores, dibujos y rosarios; también hay una habitación donde peregrinan constantemente sus devotos. Además, en Tucumán, una calle lleva su nombre, al igual que un barrio en el partido bonaerense de Ensenada.

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Miles de seguidores aseguran que sanaron males incurables gracias a los poderes de Gilda. La vida de Gilda está contada en una película que se estrenó en 2016 y protagonizada por Natalia Oreiro. La película se llamó “Gilda: No me arrepiento de este amor”.

Gauchito Gil

El Gauchito Gil es un clásico de clásicos en la lista de los cultos paganos y personajes milagreros. Se trata de la figura de Antonio Mamerto Gil Núñez, sobre el que se tejen diferentes historias acerca de la época y el motivo de su muerte.

Se sabe que fue durante el siglo XIX (para algunos murió en 1890, para otros entre 1840 y 1848), pero todos coinciden en que su asesinato ocurrió un 8 de enero en medio de las constantes luchas entre liberales y autonomistas, que el Gauchito era inocente y que su muerte fue una injusticia.

Durante muchos años sus devotos estaban en la zona del litoral, pero desde hace varias décadas su fama (y con ella sus seguidores) se extendieron a todo el país.

El santuario principal del Gauchito Gil está cerca de la ciudad correntina de Mercedes y una tradición consiste en que la persona que visita su altar por primera vez deja una cinta roja y se lleva otra “bendecida” por el santo a modo de protección.

Varios días antes del 8 de enero, miles de personas comienzan a congregarse y muchos pasan la noche en carpas. Se improvisan negocios, bailes al compás del chamamé, y kioscos que venden bebidas y recuerdos. Los jinetes se acercan llevando banderas y estandartes en tacuaras para dejar en el lugar, que también se cubre de flores rojas.

Las estampitas del gauchito se ven en todos los rincones del país, y en las rutas o caminos es muy habitual encontrar altares con cintas y velas rojas, donde viajeros y residentes hacen sus pedidos y agradecimientos.

San la Muerte

Si bien San la Muerte no tiene una fecha fija de celebración, suele ser venerado todos los Viernes Santos y el Día de Todos los Muertos; también se lo conoce con los nombres de Señor de la Buena Muerte y Señor La Muerte (por su parte, puedes leer sobre el culto mexicano a la Santa Muerte aquí).

Su origen se remonta a la época en que los jesuitas tenían sus misiones en la mesopotamia argentina. Se cuenta que un monje se desprendió de la colonia evangelizadora, en los tiempos de Carlos III, y comenzó una tarea de ayuda a los enfermos de lepra muy profunda. Multiplicó esta tarea junto con la oración y la predicación del Evangelio, y se volvió muy popular.

Aunque le advirtieron muchas veces que cesara con su tarea de ayuda independiente, no se doblegó hasta que finalmente lo encarcelaron y, en protesta, ayunó de pie. Luego de un tiempo lo encontraron muerto en esa posición, con su túnica y un cayado que lo ayudaba a caminar, la misma imagen con la que actualmente se lo venera: un esqueleto vestido con una capa y atributos con significados particulares.

La guadaña en su mano derecha es una señal de igualdad ante Dios, sus ojos rojos simbolizan la sangre y los colores de la capa varían según el tipo de pedido.

En los últimos años San La Muerte ganó mucha popularidad en las zonas urbanas y suburbanas de las grandes ciudades argentinas, y su fama y popularidad se extendió por toda América Latina.

San La Muerte ayuda a conseguir trabajo o no perderlo, a hallar cosas perdidas, a obtener el amor de alguien, y a vengarse de un desaire, de una afrenta, de un mal recibido o por no ser correspondido afectivamente.

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El amuleto que lo representa sólo tiene efectividad si se encuentra bendecido por un sacerdote católico, así que sus seguidores se las rebuscan para conseguir la bendición de manera oculta en las misas tradicionales.

Las ofrendas más comunes son: whisky, cigarros puros, velas rojas, velas blancas, velas blancas y negras, claveles rojos o blancos, flores silvestres, dinero, oro, plata, y dulces, que se ponen en su altar.

Difunta correa

Los orígenes de esta imagen pagana se relaciona con María Antonia Deolinda Correa. La leyenda dice que en el año 1835 un criollo de apellido Bustos fue reclutado en una leva para las montoneras de Facundo Quiroga y llevado por la fuerza a La Rioja. Su mujer, María Antonia Deolinda Correa, desesperada porque su esposo iba enfermo, tomó a su hijo y siguió las huellas de la montonera.

Luego de mucho andar y cuando estaba al borde de sus fuerzas, sedienta y agotada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Unos arrieros que pasaron luego por la zona, vieron a un grupo de aves carroñeras revoloteando, se acercaron al cerro y encontraron a la madre muerta y al niño aún con vida, amamantándose de sus pechos.

Recogieron al niño y dieron sepultura a la madre en las proximidades del Cementerio Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo, en la provincia de San Juan. Cada año, una cabalgata de miles de gauchos ofrenda a la Difunta, y en las rutas y caminos de todo el país se pueden ver pequeños altares con botellas de agua.

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Los hombres de campo le piden protección para sus cosechas, los arrieros la consideran su protectora y hacen sus peligrosos viajes a través de las serranías y quebradas bajo su amparo, y las madres elevan sus oraciones para que nutra sus pechos.

Crédito imagen de portada: Lau Bacanal | Shutterstock.com