Tláloc, el omnipotente señor de la lluvia de los nahuas, fue una de las deidades más importantes en su realidad, pues al brindar sus líquidas bendiciones desde el cielo, la vida podía florecer en la tierra. Su nombre significa “licor de la tierra” y era muy respetado en aquel entonces, amado y temido, dado que así como otorgaba la vida, también podía quitarla y causar destrucción.
Los templos de Tláloc, donde se le rendía culto, eran numerosos. Hoy podemos apreciar solo las ruinas de algunos pocos, y aquí te voy a contar dónde se encuentran estos lugares sagrados para los mexica.
Cuáles son los templos de Tláloc que puedes visitar
Teopanzolco (Cuernavaca, Morelos)
Su nombre se traduce como “en el templo viejo” y se compone de tres términos de origen náhuatl que son “teopan” (templo), “zolli” (viejo) y “co” (un lugar). Esta zona arqueológica pertenece al periodo posclásico medio.
Crédito: @moreloses
Desafortunadamente, el crecimiento de la ciudad acabó con muchos de los vestigios en la zona. Fue fundada y habitada por tlahuicas alrededor de los años 1200 y posteriormente ocupada por los mexica, quienes construyeron ahí un templo a Huitzilopochtli y a Tláloc. Posteriormente cayó a manos de los españoles.
Huey Teocalli
Se traduce como “gran/venerable templo” y hoy lo conocemos como “Templo mayor”, aquel que se encuentra a un lado de la Catedral, en el zócalo de la Ciudad de México.
Fue construido durante el dominio del imperio mexica en el centro de su capital México-Tenochtitlan, como parte de un templo gemelo que también estaba dedicado a Huitzilopochtli, justo en el lugar donde –según la leyenda– se posó un águila sobre un nopal, que era la señal para construir la ciudad.
Tuvo una altura de 60 metros y ocupó un área de 400 metros cuadrados. Tristemente, hoy solo podemos ver sus ruinas, pues los españoles que rindieron Tenochtitlan lo destruyeron. De igual forma, podemos apreciar el Museo del Templo Mayor que se encuentra en el sitio, el cual exhibe las piezas que se han encontrado en su interior y a su alrededor.
En este museo se encuentra la “olla Tláloc”, una vasija que representa el rostro de Tláloc, el dios nahua de la lluvia, con 32,5 centímetros de alto y 32,5 centímetros de ancho. Esta vasija es una de las pocas piezas arqueológicas perfectamente conservadas, pues aún tiene los colores originales. Fue encontrada en la ofrenda 21 del Templo Mayor y en su interior contenía algunas conchas y cuentas de jade. Su antigüedad se remonta a la etapa IV de la construcción del templo, que va de 1440 a 1469.
Tláloc Altépetl
Mejor conocido como “Monte Tláloc”, fue un importante centro ceremonial de culto a Tláloc para el imperio mexica o Excan Tlahtoloyan y para todo el mundo nahua. Fue construido entre los años 350 y 900 d.C y se eligió este lugar por ser un sitio abundante en manantiales.
El sitio donde fue colocado en la novena cima más alta del país, sobre un volcán extinto a 4120 metros sobre el nivel del mar, en el límite que une a los municipios de Ixtapaluca y Texcoco, al oriente del estado de México, y puedes acudir a él si tienes muy buena condición física para llegar hasta el sitio.
El día de hoy solo pueden verse sus ruinas, pues al igual que muchos otros templos, este también fue destruido por los españoles.
Uxmal
Como ya te contamos en otro artículo, Tláloc llegó a tener presencia entre los mayas y además de Chichén Itzá, donde se encontró una escultura de este dios, Uxmal es otro ejemplo. En Uxmal, podemos apreciar a Tláloc -que es una deidad nahua-, y a Chaac -deidad propiamente maya- juntos en la torre de los mascarones y también en algunos relieves del templo del adivino.
Uxmal fue una de las tres grandes capitales del mundo maya, junto a Chichén Itzá y Mayapán, y se encuentra a 62 kilómetros de la ciudad de Mérida, en Yucatán.
La incorporación de Tláloc, según el INAH, se dio en aquella región alrededor de los años 906 y 950 d.C., a raíz de una gran sequía que azotó el lugar, por lo que los mayas decidieron dirigir sus plegarias a ambos señores de la lluvia. A pesar de que los mayas no acostumbraron adoptar deidades extranjeras, la de Tláloc fue posible gracias al intercambio comercial entre mayas y nahuas.
Como puedes ver, Tláloc fue muy honrado en la época prehispánica, e incluso hoy en día no es raro escuchar en las noticias, o entre bromas con los amigos, que hay que agradecer cuando nos envía su agua. Antes de la llegada de los españoles, esta deidad contaba con más adoratorios, pero hoy solo podemos apreciar unos pocos templos de Tláloc… por si de pronto tienes ganas de llegar de sorpresa con una ofrenda para el Señor de la lluvia.