Armas fiestas con tan solo 10 personas. Entre carcajadas, cuentos e instrumentos, se hace bulla como por 20…
Especialmente cuando a pesar de los deseos del dueño de casa, de a uno van y le suben el volumen a la música si se escucha un vallenato, salsa o reggaetón.
Vas a la playa en chanclas, camisa y con medias blancas. Y eso sí, que no falte la mochila arawaka.
Cuando te preguntan, dices “no hablo inglés pero lo entiendo”, y te refieres a los Estados Unidos simplemente como ‘los yunai’.
Miras el menú de cualquier restaurante con la esperanza de encontrar algo que se le parezca a la bandeja paisa o el ajiaco.
Pides rebaja al comprar cualquier cosa, o en su defecto, la encima…
Para lo cual acudes a toda tu simpatía y a frases como “¿me regala esto?”, “parcero, hágame el favor”, “vecino ven pa’acá”, o “socio mire, le regalo”.
Eres el único que aplaude cuando aterriza el avión, cualquiera sea la ciudad a la que vayas o la calidad del aterrizaje.
Das la bendición y oras a chuchito antes de que tus seres queridos se vayan a la escuela o al trabajo.
Llevas comida a todo paseo: que no falte el sanduche de pan con atún, por si las moscas.
Saludas a todo mundo hasta en el transporte público. Y si estás en otro país en el que se habla otro idioma, igual saludas en español o levantando la cabeza como si todos entendieran.
Cualquier excusa es buena para que saques a reludir lo bonito que es Colombia: encontrar la bandera en alguna parte, escuchar alguna canción famosa colombiana, tomar café…
Te asombras con todo, y lo demuestras mirando hacia arriba y hacia todos lados, y sacando miles de fotos a cuanta cosa se te cruce.
A donde te invitan, llevas pionono de arequipe, café de Colombia y bocadillo veleño.
Tienes una habilidad indiscutible para tomar aguardiente y ron a dos manos…
Y cuando tus amigos se quejan de la resaca que les da por seguirte el paso, les ofreces refajos con cerveza y la Colombiana (o equivalente local).
A todo le sacas chiste y la mayoría de las veces te ries a carcajadas solo, ya que nadie te entiende el sentido del humor excepto tus parceros.
Sabes que nunca hay que dejar nada que pueda servir más tarde, como jabón, shampoo de hotel, servilletas, salsas, entre otros “souvenirs”…
Vas con la camiseta de la selección de Colombia y el particular sombrero vueltiao hasta a los monumentos históricos que visitas.
Bailas muy bien, eso sí, todo lo que sea música tropical, salsa choque, cumbia o reggeatón.
Cada fin de año, así estés en la última ciudad del mundo, comes marrano, haces natilla y cantas tutaina tuturumá.