Aunque las civilizaciones prehispánicas fueron sociedades muy disciplinadas y enérgicas con el cumplimiento de los deberes, también fueron bastante abiertas en el tema sexual, placer del que permitían disfrutar, siempre agradeciéndoles a los dioses por haberles otorgado el don de semejante gozo.
Las deidades relacionadas con la sexualidad eran Xochiquetzal (flor preciosa, imagen 1), y su marido Xochipilli (príncipe de las flores, imagen 2). Ella era la protectora del amor y la sexualidad femenina, y él, por su parte, era el señor de los juegos, las flores y la sexualidad masculina.