¡Toques, toques!
Estábamos con unos amigos en el Salón Tenampa, en Plaza Garibaldi, cuando entró al lugar “el señor de los toques”, armado con una maquinita como esta, de la que sobresalían dos cables.
Sin pedir muchas explicaciones, hice lo que mis amigos me pidieron: nos dimos la mano en una ronda, que se cerró cuando dos de los participantes tomaron, cada uno, un cable.