Vale aclarar que esta lista de sueños viajeros no es definitiva, y que se aceptan sugerencias ;)
1. Hacer un road trip de comida en Italia…
[ALICE]
Visitando de norte a sur distintos lugares para comer en las ciudades y pueblos más conocidos por su buena comida, probando desde los restaurantes más baratos hasta los más caros. Con suerte, ¡también ser invitada a comer en alguna casa de una auténtica familia italiana! Me gustaría, además, tomar clases de cocina con mi esposo, para seguir disfrutando de sabores italianos toda la vida :P.
Mis antípodas, claro: si me pongo a hacer un túnel desde Vigo (España) llegaré, según el Antipodes Map, a Barrytown (Nueva Zelanda). En realidad llegaré al mar, pero muy cerquita de Barrytown. Tiene 225 habitantes (o los tenía, según la Wikipedia, en 2006) y está al lado del Paparoa National Park. ¿No sería fantástico llegar al pueblecito y contarles que vengo desde el otro lado del mundo solo para saludar?
Después de leer quichicientos artículos sobre Yucatán, solo deseo caerme de una hamaca, sumergirme en un cenote y quemarme con ese sol hermoso que se ve en todas las fotos. Disfrutar de unas chelas y de las delicias locales (aunque sé que sufriré un poco con el “picante”), y conocer a los colaboradores locales Claugiann y Giovanni para que me enseñen todo sobre el mundialmente reconocido albur mexicano.
Bueno, para ser precisos, sería nuestra segunda larga temporada en ese lugar del mundo, ya que mi segundo hijo nació allí, en un pueblito hermoso llamado El Bolsón, en la provincia de Río Negro. Mi hija tenía 4 años en ese momento y aún recuerda la belleza de esas tierras y de su gente… Pero mi nene tenía solo un año cuando nos fuimos, así que hay que volver para que viva y disfrute la tierra en la que fue gestado :)
Crédito: L. Bernhein
5. Vivir al menos un mes en algún lugar donde las ciudades suenen como ciencia ficción… Un fuerte contendiente es San Cristóbal de las Casas, en Chiapas.
[RULO]
No conozco Chiapas, y esa debería ser una de las primeras paradas de mi próximo viaje por México. Por algún motivo, San Cristóbal suena como ese lugar donde podría perderme y no regresar al caos de las grandes ciudades.
Y al visitarlos, saciar toda nuestra curiosidad haciendo actividades comunes con ellos para que podamos conocer desde adentro cómo se vive en verdad en un país comunista. ¡Ver si es tan malo o tan bueno como muchos cuentan!
7. Visitar Dinamarca e intentar que me cuenten cuál es el secreto de la felicidad.
[ANA]
Están todos los años en las primeras posiciones de “países más felices del mundo”, así que algo deben de saber que en otros lugares no sabemos. Quiero pasear por las calles de Copenhague, donde, según leí una vez en un artículo, hasta las tiendas de bicis son acogedoras; preguntar a sus habitantes por el último escándalo que recuerden en su política (es muy divertido porque no recuerdan ninguno); y quedarme lo suficiente como para entender qué es el “hygge”, esa sensación de bienestar que no saben bien cómo explicar.
8. Hacer un tramo del Camino de Santiago con mi jefa…
[DEB]
Bueno, en realidad, con todo el equipo de Matador en Español. Si vamos a soñar, que sea a lo grande. Rulo saca fotos, Alicita elige los lugares donde comer (y tomar), Ana se encarga de que tengamos excelente material de lectura, Lau probablemente musicalice y yo ayudo con los mapas.
9. Viajar a Suecia para participar de un concierto de ABBA.
[LAURA]
Bueno, aquí hay dos sueños en uno: Que vuelva a reunirse el glorioso grupo (cuidado, que el reencuentro de 2018 va a ser virtual solamente), y que yo pueda ser parte de tan importante momento en la historia de la música. Por si acaso, tengo una segunda fantasía viajera en Suecia, un poco más factible aunque (un poquitín nomás) menos inspiradora: Ver las luces de la aurora boreal en la Laponia sueca ;)
Aunque sea un poquito. No necesito quedarme a vivir en uno de esos centros de investigación perdidos en medio del hielo, con asomarme al continente antártico y recordar cuentos de Lovecraft me basta.
hospedándome 2 semanas con una familia local que viva en la ciudad de Tokyo y dos semanas con otra familia japonesa que viva en alguna población en el campo, y así conocer de cerca cómo viven los japoneses en entornos diferentes pues tienen una cultura muy opuesta a nosotros los de occidente y me encantaría poder vivirla.
12. Ser capaz de permitirme unas vacaciones de esas de no hacer nada.
[ANA]
Ir a alguna isla de algún lugar del mundo en la que la temperatura sea siempre perfecta (25ºC). Ir a la playa, pasear entre árboles, respirar muy hondo y no sentirme nerviosa por “no estar aprovechando el viaje”. Practicar el slow travel de forma tan slow que pueda sentir los cambios en la luz y en la brisa de un día para otro. Volver renovada del todo, sin tener que decir eso de que “necesito unas vacaciones de mis vacaciones”.
Crédito: Greg Pye
13. Jugar a ser Jane Goodall.
[DEB]
Ver gorilas en Uganda o Ruanda, hacer un safari ecológico en Kenia o Tanzania, y sentirme -solo por un momento- que sigo los pasos de Jane Goodall. La lista estará completa si además aprendo a cocinar comida típica de Kenia (que me encanta) y tomar clases de danza en las comunidades que visito.
Crédito: Rod Waddington
14. Ser invitada a un viaje cuya misión principal sea la de probar diferentes colchones durante la noche y la siesta, y determinar cuán aptos son.
[LAURA]
El marco sería una habitación de hotel espaciosa, luminosa y rodeada de vegetación y, en el medio de las pruebas, baños en la piscina, en el mar o en aguas termales, degustación de comida sana y deliciosa, y mucha lectura (en la cama). Al final del viaje, me llevaría de souvenir el colchón que mejor me haya sentado, y el aplauso de mis anfitriones por haber realizado un trabajo tan pero tan profesional!
Para que aprendan y conozcan animales libres, y no solo en cautiverio como en los zoológicos convencionales. También sería bueno asistir a alguna ceremonia local y si es posible hacer algún tipo de voluntariado como familia en el que puedan participar nuestros hijos y que podamos relacionarnos directamente con gente que piensa diferente a nosotros.
Crédito: Laura Lazzarino
17. Ir a Mongolia a descubrir si los camellos lloran.
[ANA]
Desde que vi La historia del camello que llora hace unos años quiero despertarme un día en una de esas comunidades de pastores nómadas, ver cómo nacen los camellos y recorrer el desierto del Gobi en busca de un violinista.
Subir y bajar por las colinas verdes, parar en pubs que huelen a siglos de historia, visitar viejos castillos y admirar el mundo desde acantilados épicos. Que a mi viejo se le llenen los ojos de lágrimas y que a mi vieja se le llene la cámara de fotos (porque así sé que están disfrutándolo). Para que la familia esté completa, deberíamos llevar a la perra… pero no creo que se banque el avión, así que con ella viajaré por la Patagonia Argentina.
Bueno, en realidad tengo planeado hacer este viaje en abril de 2017, si el Universo así lo desea. No veo la hora de recorrer el país de los relatos bíblicos que tanto me han inspirado. Tierra mágica, tierra santa, tierra de conflictos milenarios, ¡allá voy para que me cuentes tus historias al oído!
Como muchos mexicanos, conozco mucho menos de mi propio país de lo que me gustaría. Creo que es momento de explorar esos rincones desconocidos y qué mejor forma de hacerlo que recorriendo el país por tierra, deteniéndose a la menor provocación y haciendo que cada parada dure lo que tenga que durar. Aún queda mucho por aprender y disfrutar en mi querido México.
Si el camino es el viaje, entonces hay que experimentar el camino en formas novedosas. Siempre me ha dado curiosidad como es la vida a bordo de un barco, lejos de todo, en un pequeño mundo flotante.