Fue un 8 de noviembre de 1519 cuando, en Tenochtitlan, se dió uno de los encuentros con mayor peso de nuestra historia: Moctezuma, tlatoani de la flamante capital mexica y Cortés, un capitán rebelde al mando de un improvisado ejército de españoles y cientos de aliados nativos, se vieron por primera vez.
El lujo que rodeaba a Moctezuma encendió seguramente la ambición de Cortés: estaban seguros que aquello que había visto en el primer encuentro era solo una muestra de la incalculable riqueza del emperador, y así lo describe Cortés en su “Segunda carta de relación”: