Ya no considero a los argentinos como “blancos”. Muchos argentinos se creen italianos o españoles e ignoran que en Norteamérica serían “personas de color”.
Tratamos de imitar el acento ni bien pisamos Quitof, de combatir el frío con bufandas y de “igualarnos en el farrón”, aunque... probablemente sin éxito.
En la paladar San Cristóbal, Malia, una de las hijas de Obama, le traduce a su padre del español al Inglés. Nada de formalidades de traductores encartonados.
Me acostumbré a reirme de todo, hasta de las cosas más macabras y soeces. ¡No hay nada sobre lo que los mexicanos no puedan hacer una broma!
¿Una ciudad que tiene una enorme vida cultural, playas divinas y en la que hasta se puede hacer surf en el centro de la ciudad? No, ¡a mí no me engañan!
“La ciudad es un caos”. ¿Mito o realidad?
¿Cuáles son las piezas claves que definieron este estilo tan único? Para entenderlo, tendremos que sumergirnos en cada uno de sus detalles, de pies a cabeza.
En todo México el consumo del peyote es ilegal para toda persona que no pertenezca al pueblo wixárika. Solo ellos pueden extraer y consumir peyote.
Hay sólo una cosa en este mundo que odiás más que te pregunten cómo se dice cierta palabra en coreano: que te canten Gangnam Style y te pidan que lo bailes.
Indicar direcciones con “dale pa’rriba” o “dale pa’bajo”. Y mostrar un rollo de papel higiénico cuando alguien insiste con la bocina en un embotellamiento.
Caminar rápido o, como dicen otros Venezolanos, “andar por ahí muy agitados”. Y encontrar excusas para salir a rumbear, para distraernos de todo lo demás.