Nunca pides sidra en un bar.
“Ese es un Becerro... hasta parece Pato. Le voy a meter un Burro ‘e carajazo a ese Gallo pa’ que sea serio”. ¡Levante la mano el que entiende la frase!
Recuperas la amabilidad y la paciencia que pensabas que ya no estaban en ti. O, como mínimo, andas menos irritable que en la capital.
Atrás quedó el abrazo de oso o sorprender a tu amiga con una nalgada en plena calle. En España, lo máximo que obtienes son dos besos al saludar.
Gracias a estas empresas orgullosamente yucatecas, nuestras costumbres y los productos de nuestro campo adquieren un alcance internacional.
Te gusten los chongos o te gusten las minas, si salís, ponete tu mejor pilcha, mucho perfume y andá de levante.
“¿Estás borracha?”. Si le dices eso a tu amiga brasileña, ella va a pensar que está tan fuera de sí... que se transformó en una goma de borrar.
Dejas de decir "pota".
Alí da la sensación de un nuevo amanecer, y su poesía es una invitación a pensar y a actuar.