Entrar a un temazcal (símbolo de la tierra que nos da vida) purifica cuerpo y espíritu… ¿Sabías que los colonizadores intentaron eliminarlos por demoníacos?
"Ah, ¿pero tú trabajas?"
Ser fanáticos de un baile que representa un gallo cortejando a una gallina y de comer sándwiches con ingredientes que desbordan…
Todo es motivo de un asado, conocés el verbo “bizcochear” y los sucesos de tu vida se expresan como situaciones de un partido de fútbol.
Paella detector. Tardamos una milésima de segundo en distinguir una paella auténtica de un arroz con cosas.
Por mucho tiempo que tengamos viviendo aquí, no terminamos de entender que una “lágrima” sea clasificada como un café.
Nunca pides sidra en un bar.
“Ese es un Becerro... hasta parece Pato. Le voy a meter un Burro ‘e carajazo a ese Gallo pa’ que sea serio”. ¡Levante la mano el que entiende la frase!
Recuperas la amabilidad y la paciencia que pensabas que ya no estaban en ti. O, como mínimo, andas menos irritable que en la capital.
Atrás quedó el abrazo de oso o sorprender a tu amiga con una nalgada en plena calle. En España, lo máximo que obtienes son dos besos al saludar.