“Estáis más rascao que oreja ‘e perro, con más hambre que garrapata en peluche y más inútil que un teclado sin ENTER” =P
Ser fanáticos de un baile que representa un gallo cortejando a una gallina y de comer sándwiches con ingredientes que desbordan…
Por mucho tiempo que tengamos viviendo aquí, no terminamos de entender que una “lágrima” sea clasificada como un café.
Le preguntarán al español los compadres colombianos, sea cual sea el lugar a donde llegue, que si está amañado. El españolito retomará su cara de póker y no sabrá qué contestar. ¿Le estarán llamando tramposo, así de buenas?
“Ese es un Becerro... hasta parece Pato. Le voy a meter un Burro ‘e carajazo a ese Gallo pa’ que sea serio”. ¡Levante la mano el que entiende la frase!
Ya no hablamos de amor (y sexo) como antes.
“¿Estás borracha?”. Si le dices eso a tu amiga brasileña, ella va a pensar que está tan fuera de sí... que se transformó en una goma de borrar.
En Bogotá no hay niños… Hay chinos. Y una madre bogotana no regaña a sus hijos. Les dice, “Chino cochino, eso no se hace”.
Para ti, las mujeres de Cali son las más bellas y sueles repetir el comienzo de esa canción que dice: “Las caleñas son como las flores”...
Has comido empanadas de iguana… ¡Y logras diferenciar entre el sabor de esa carne y el del pollo!