4. No preguntes por qué está la tele encendida pero sin sonido.
Tu abuelita dice “Viejas argüenderas”... Para referirse al grupo de amigas con las que echa el chisme. Obviamente, ella no entra en esa clasificación.
Aprenderás que Los Simpson es una institución argentina, y que suena mejor en castellano, principalmente por el tipo mexicano que hace la voz de Homero.
Chelear y caguamear son verbos bien integrados a tu vocabulario.
Los muros y las calles de Colombia están vivos, llenos de color y mensajes. Los motivos van desde la crítica social hasta la relación con la naturaleza.
Para que te acabes la sopa: “Se me hace que a alguien no le van a traer nada los Santos Reyes.” Para que no te la acabes: “¡Tragas como pelón de hospicio!”
3. Te olvidas de tus sandalias para la ducha. Y de los auriculares. Y de la máscara para dormir. Y de traer suficiente ropa interior.
2. Ya no le cantas la canción “arroz con leche” a los niños de la familia.
Si Cuzco ya es una verdadera maravilla, las ruinas de Tambomachay, Pukapukara, Qenqo, Cristo Blanco y Sacsayhuaman hacen del recorrido todo un espectáculo.
Te la pasás explicando “Soy uruguayo loco, no argentino”. Aunque no puedas dar explicaciones de cuáles son las diferencias más allá de la geografía.
No lo dudes ni por un segundo: cuando atravieses los Riads entrarás de lleno en el mundo de Las Mil y una Noches -y por un precio económico-.
Un amigo normal tiene hijos a quienes aprecias. Los hijos de tu amigo cubano son tus sobris: los has visto nacer y eso los convierte en parte de tu familia.