Siempre es bueno empezar a conocer un lugar a través de los personajes que lo habitan.
Alucinamos al entrar en una licorería y no queremos bajarnos de la hamaca.
Como dice el coro: “La Habana es pa' vivirla, La Habana es pa' gozarla”. Aunque a veces se sufra en ella.
Ve a los mercados callejeros para comer y comprar bueno, bonito y barato.
Tienes bien clarito que “mientras vivas bajo este techo, se hace lo que yo diga”.
Descubriste que no existe saborizante que pueda ocultar el sabor del aceite de hígado de bacalao.
5. Te ha dejado de parecer raro que una moto atraviese un mercado. De hecho, ¡a veces eres tú quien conduce esa moto!
Crees que entre las 2 y las 5 de la tarde todo el mundo está durmiendo.
Siempre intentamos dar dos besos. ¡Y no dejamos de maravillarnos ante cómo habla la gente!
Tu nombre ha sido oficialmente cambiado a güey.
Aprendes que busero que se respete personaliza su bus.