Un porteño no te cuenta un cuento para “zafar” de una responsabilidad previamente asumida. Te chamuya. Generalmente empezando con “se me complicó”.
Aquí la comida nunca es aburrida: ¡es colorida y deliciosa! Así que no tendrás que batallar para que se coman todo lo que hay en sus platos...
Te sabrás el "Asturias, patria querida" y lo cantarás con tus amigos, intentando extenderlo a gente de otros sitios para que el resto del mundo cante a la tierrina.
El hondureño no señala con el dedo. Frunce los labios en dirección al objeto y dice “Ahí ve”. Para un hondureño este post no está bueno... está pijudo.
Repite una y otra vez: "Málaga es el paraíso", "Málaga es el paraíso", "Málaga es el paraíso" y luego cuéntaselo a todo el mundo.
Que te limpien el parabrisas y sólo tengas monedas de a dólar. ¡O que te toque pagar el bus con un billete de 20 dólares!
Poner el Xabarín el día de tu cumple y descubrir que han retirado tu foto.
Te emocionan los teleféricos. Y ya te sabes el paseo a la Cascada de las Ánimas en el Cajón del Maipo de memoria… pero igual te sigue gustando ir.