Un porteño no te cuenta un cuento para “zafar” de una responsabilidad previamente asumida. Te chamuya. Generalmente empezando con “se me complicó”.
El hondureño no señala con el dedo. Frunce los labios en dirección al objeto y dice “Ahí ve”. Para un hondureño este post no está bueno... está pijudo.
El jamón y el flamenco son palabras tan españolas... que vienen del extranjero.
El humor venezolano es más exagerado que caída de futbolista, nos encantan los chinazos y le hacemos chalequeo a los infortunios (tanto propios como ajenos)
Los charros comemos “chochos típicos”... pero ¡no seas malpensado!
No importa si vienes del campo o de la ciudad: seguramente has ido al Cujizal a comer cepillados. Y sabes que uno solo nunca es suficiente…
En Costa Rica no hay cosas buenas ni bonitas… Hay cosas tuanis o chivas. Los ticos no tienen hambre ni quieren comida. Tienen filo y quieren moncha.
El norteño no es creído... es paletoso o cremoso. Tampoco es exagerado… es cremoso o paletoso.
Alguna vez lo agarraste con las manos en la masa (literalmente). Y otras, subido a un árbol de mango... lo cual te da tanto miedo como orgullo.
Sois más exagerado que cachetá ‘e payaso. Dices “vos” en lugar de “tú”... Y encuentras las formas más creativas de “mamar gallo”.