Muchos vecindarios tienen mercados “húmedos”, en los que puedes comprar frutas y verduras o verificar la buena salud de un pollo antes de que el vendedor le rompa el cuello.
¿Conoces la “ley de la privacidad en público”? Su violación es una de las maneras más rápidas y eficaces de provocar el enojo de esta bandada de estoicos escandinavos.
Hasta el mismísimo día en que aterricé en Macedonia seguí asociando al lugar con la mezcolanza de frutas que mi madre me obligaba a tomar de vez en cuando de postre.
Pizza de parado, chori en la Costanera, sándwiches de miga, arrolladitos en el Chinatown porteño. Muchas opciones para comer al paso, incluyendo postres. Programón.
"Valió madre", "no tienes madre", "partirse la madre": nuestra obsesión semántica por la madre puede confundir al viajero casual. ¡Ni madres!
La comida es uno de los fuertes berlineses para gastar poco: los famosos “döner kebap” cuestan entre 2 y 3,50 euros.
La capital de México tiene una mala reputación cuando de contaminación se trata.
En Alemania, los perros no ladran. Mucho menos se enredan a tus pies como para tumbarte. Tienen la formalidad y la compostura que a los cubanos nos falta.
Se puede afirmar que una boda polaca es, ante todo, una gran prueba de fuego para el hígado y el páncreas de 3 días de duración.
Compáranos con los rusos. No somos y nunca hemos sido rusos. ¡¡Échale una ojeada al bendito mapa!!
Para cuando te duele y quieres que te arda, nada como tequila, limón y Vicente Fernández directo en la herida con La Diferencia.